Capítulo 46

8K 442 15
                                    



Abril

Santhiago me ha regalado un vestido para la cena de esta noche, está divino, en realidad pensé que sería una salida más informal, pero por lo visto no. No es que me incomode, pero entonces voy a tener que renovar mi closet porque abundan vaqueros que ya no utilizo. En este punto es donde considero que debería regresar a mi trabajo, no me siento muy bien de saber que Santhiago responda por mi cuando aún no nos casamos y, aun así, me gusta tener mis propios ingresos, hace poco me dio una tarjeta para que dispusiera de ella y es poco lo que la he utilizado. Por el momento estudiaré la posibilidad de trabajar desde casa, aunque sea.

Hoy ha sido la noche de las salidas, vengo de donde mi madre y estaba preparándose para salir con unas amigas, según ella, no le creí mucho porque estaba demasiado arreglada, no sé, ya luego me contará. De peinado me hizo un súper recogido, acorde con el vestido, no queda un sólo pelo expuesto, mi cuello se ve estilizado... me gusta.


Por otro lado, está mi suegra, fue conmigo porque también necesitaba salir, me contó que iba para una subasta a favor de los niños huérfanos, hubiera querido acompañarla, pero ni modo. Hasta Lucy decidió irse este viernes a visitar a una familiar, parece que nos hubiésemos puesto de acuerdo.

Thiago me ha mandado más de diez mensajes y me ha llamado una infinidad de veces durante el día, porque -según él- yo me demoro demasiado alistándome y no quiere llegar tarde, como si fuera una cita y no una salida. No entiendo su insistencia, pero me apuro para evitar una tonta discusión. El vestido venia equipado con collar, aretes y zapatos, completo, todo a juego, así me evita pensar cómo combinar cada cosa. Cuando él llega yo ya estoy retocando mi maquillaje. Toma un baño rápido y lo ayudo a vestirse.

Durante el recorrido hablamos lo normal, pero lo noto extraño, como ansioso, le he preguntado ya varias veces si le sucede algo, pero me asegura que no, que todo está bien, no lo había visto así nunca. Me responde con monosílabos y está muy pendiente del celular, ojalá se le pase rápido porque si toda la noche va a estar así, que aburrido.

El restaurante queda nada más y nada menos que en The Shard uno de los edificios más emblemáticos de Londres, me imagine que no iríamos a cualquier lugar debido a nuestros trajes, pero en realidad me sorprendió una vez más. Lo malo es que el restaurante queda en el piso treinta y uno, otra vez ¿qué maldición tengo con los ascensores? ¿acaso en Londres no hay restaurantes en un primer piso? ya a este punto tendré que acostumbrarme. Desde que entramos en ese aparato no suelto su mano ni un segundo, él me entiende y me agarra con fuerza mientras esboza su sonrisa burlona, como lo detesto cuando se pone en ese plan.

-Algún día te haré el amor en un ascensor. -susurra en mi oído, procurando que nadie más lo escuche y regresa a su postura seria como si no hubiera pasado nada. Me sonrojo de inmediato, abro la boca y lo reprendo con la mirada, ¡que descarado es! me da la impresión de que lo han escuchado, vamos en un rincón del ascensor y las demás personas nos dan la espalda, hablan y tal vez no están pendientes de nosotros, pero lo que este hombre hace es impresionante. Lo que me ha dicho ha provocado un cosquilleo extraño en mi cuerpo, de sólo imaginármelo me da miedo y me excita a la vez. Él al ver mi reacción sólo ríe por lo bajo, sabe lo que hace, es un demonio.

Llegamos a la planta, por fin, y la vista en genial, tendré que acostumbrarme también a las cenas en edificios con vista a la ciudad y bastante exclusivos. El salón es grande, hay varias mesas ocupadas y hacia el fondo del lugar se ve una mesa con varias personas, bastantes diría yo. Santhiago pone mi mano en su brazo y nos dirigimos hacia nuestro lugar, eso creo, porque camina decido hacia donde están aquellas personas, -tal vez los conoce y quiere saludar- pienso. Pero no, en cuanto más nos acercamos veo con mejor claridad y para mi sorpresa, yo tan bien los conozco, es claro, son ellos. Miro a Santhiago con cara de asombro y alegría a la vez.

Esta Vez Te SalvasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora