Capítulo 42

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Abril


Me despierto con la luz del día, hace un poco de frio y siento hambre, es extraño porque hace varios días que ya no sentía esa sensación, mi cuerpo ha vuelto a exigirme alimentos, algo positivo en medio de todo. Siento mis extremidades pesadas, la cama es súper cómoda, no me puedo quejar. En ese momento me hago consiente de que no sé dónde estoy, miro a mi alrededor y estoy en un cuarto que no había visto nunca antes, es amplio, una puerta que supongo da al baño, está todo pintado de blanco, tiene un balcón, una silla... no hay fotos que me den una idea de quien pueda ser exactamente, pero por alguna razón me siento segura, Samuel está aquí, está conmigo y ya no siento temor.

Creo que ha llegado el momento de hacerle algunas preguntas que para mí son esenciales, por ejemplo ¿cómo sabia él que yo me encontraba en ese lugar? ¿Qué tiene que ver con todo esto? ¿por qué volvió? Con muchas hipótesis dando vueltas en mi cabeza decido levantarme, voy hasta el baño y lo primero que hago es mirarme en el espejo, me veo fatal, el rostro con rastros de algunos moretones, las ojeras bastante pronunciadas, y muy delgada, me desconozco. Una lágrima cae por mi rostro, no quiero imaginarme como se encuentra el resto de mi cuerpo así que decido desnudarme lentamente sin dejar de sollozar, cada centímetro de mi piel me recuerda la pesadilla que viví, supongo que me han hecho algunos procedimientos médicos porque tengo huellas de agujas en mis brazos. He bajado varios kilos y aún me siento débil; después de un largo rato de mirarme y acariciarme, me visto nuevamente porque ya no soporto verme más así, es difícil para mí y no me hace bien seguirme atormentando.

Cuando salgo del baño me encuentro de frente con una mujer muy apuesta, tal vez un poco mayor que yo, y muy bien vestida. Me sonríe tímidamente como respuesta a mi cara de asombro e incógnita, las pocas veces que recuerdo haber abierto los ojos nunca la vi, así que no tengo ni idea de quién es.

-Hola Abril, que bueno verte ya recuperada ¿cómo te sientes? –me pregunta interesada, mientras me tiende la mano invitándome a ir hacia la cama. Tiene un acento español bastante marcado.

-Muchas gracias, me siento mucho mejor, aunque no tengo idea de que ha pasado durante el tiempo que estuve inconsciente, no sé dónde estoy ni con quien. Discúlpame, no te conozco y es inevitable que me sienta... rara. –le respondo con toda la sinceridad del caso. Ella suelta una carcajada.

-No te preocupes –me ayuda a sentar en la cama nuevamente. –Con nosotros estás a salvo, desde que mi esposo te trajo aquí hemos velado por tu bienestar y gracias a eso tuviste una buena recuperación. Déjame felicitarte porque fuiste muy valiente, no todos salen bien librados después de estar en las condiciones por las que tu tuviste que pasar.

- ¿Nosotros? ¿Tu esposo? No entiendo nada. A mí me trajo Samuel... espera, acaso tu... ¿Tú eres la esposa de Samuel? –ella niega con la cabeza mientras sonríe de nuevo ¿Qué le hace tanta gracia? si no es así entonces ¿qué me quiere decir?

-No... a ti no te trajo Samuel, a ti te trajo mi esposo Steven.

-Pero yo lo vi, hablé con él ¿cómo me dices que no? –Ahora si estoy más confundida que antes y empiezo a temer por mi seguridad y mi cordura, no entiendo nada.

-Tranquila, no te alteres, no eres la única que se confunde, lo que pasa es que Samuel y Steven son hermanos gemelos, físicamente son idénticos. –Yo quedo en shock, dijo ¿gemelos? empiezo a respirar con un poco de dificultad y siento un latido en la cabeza. Llevo mis dedos a mi entrecejo y cierro los ojos un momento tratando de razonar un poco, todo esto es una locura, ya no sé qué es real y que no.–Ella toma mi mano y me empieza a acariciar el dorso, es una caricia que me recuerda mucho a Santhiago, pienso en él y me pregunto ¿cómo estará? ¿habrá recibido mi mensaje?

Esta Vez Te SalvasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora