Capítulo 31

8.3K 516 31
                                    




La luz del día se filtra por la ventana y da justo en mi rostro, de inmediato tomo la almohada y me cubro con ella. Como me arrepiento, al día siguiente, cada vez que decido consumir alcohol de esa manera, el malestar al despertar es terrible. Al parecer no he escuchado la alarma siquiera. Con dolor de cabeza insoportable y exigiéndole todo lo que puedo a mi cuerpo, me levanto de la cama, me niego a mirar el reloj porque soy consciente de que voy tarde ya. Por primera vez en mucho tiempo dudo en ir a trabajar, pero no tengo de otra, hay cosas importantes esperando por mí y por más de que sea mi propio jefe, también tengo que cumplir con un horario. Tomo una ducha rápida y pensando en la agenda de hoy me visto.

-Buen día joven Santhiago. -me saluda Lucy un poco extrañada al verme salir de la habitación. Ha de haberla tomado por sorpresa mi presencia a esta hora.

-Buen día Lucy.

-El desayuno está listo hace ya bastante tiempo, pero si prefiere lo caliento. –Me ofrece.

-No, gracias, así estará bien, solo quiero un jugo de naranja bien frío, por favor.

-Con gusto. -Me responde e inmediatamente se dispone a prepararlo, me da pena que se ponga en esas, pero insiste en alimentarme cuando viene aquí, normalmente yo me encargo de mis alimentos ya sea que prepare algo de lo que sé hacer o pida domicilio. En ese momento recuerdo que cuando Abril estaba aquí cocinábamos juntos, fue una buena experiencia la que vivimos y en cierto modo creo que voy a extrañar todo eso.

Lucy me sirve la bebida y yo la tomo de rápidamente, mi estómago me lo agradece, esta deliciosa y refrescante, nada mejor para empezar la mañana.

-Le empaque el desayuno para que lo lleve a la oficina, no puede pasar toda la mañana sin comer nada.

-Está bien, te lo agradezco mucho mi Lucy. -Le recibo el paquete y salgo rápidamente hacia el coche. Dante está distraído acomodando su traje, cuando me ve mira el reloj y devuelve la mirada hacia mí.

«Realmente esta tarde». Pienso.

-Buen día señor. -Dice mientras abre la puerta trasera del coche.

-Buen día Dante. A la oficina por favor. –Sube a su lugar e iniciamos la marcha.

-Estamos un poco retrasados hoy y perdone, pero no tiene usted muy buena cara. -Me comenta mientras me mira por el retrovisor. Que sinceridad la de mi conductor y que nivel de confianza me tiene.

-Muchas gracias por el cumplido, no me había dado cuenta. -Digo en tono serio, aunque en el fondo me hace gracia su comentario.

-Perdón señor, pensé que había sucedido algo. -Suena apenado.

-No te preocupes, solo te pido que en otra ocasión no me dejes más de una hora con Max en un bar, por favor. -Ambos sonreímos ante mi comentario.

-Sí señor.

Parece que hoy es el día de que las miradas me hablen, desde el portero del edificio hasta mis secretarias me miran como si no me conocieran ¿acaso parezco alienígena o algo parecido? Tampoco tengo que dar explicaciones sobre mis llegadas tarde a cada persona que me encuentre.

-Por favor pasar los documentos pendientes a mi escritorio. -le digo a las rubias que decoran mi piso y que en este momento me miran con los ojos desorbitados como si hubieran visto a un fantasma. Lo último que me faltaba para que mi genio empeorara.

-Sí señor. -Responden al unísono.

Él escritorio está ordenado, ni rastros del desastre que deje aquí ayer y me alegra no haberlo encontrarlo, para así no tener que pensar mucho en él motivo por el cual lo hice, Abril. Me relajo unos segundos en mi silla y disfruto de la vista a la ciudad que el cristal me permite, cuando giro lo primero que veo es mi celular sobre el escritorio. Es decir que siempre estuvo aquí, no lo perdí. Reviso las llamadas salientes y no hay registro alguno del número de Abril aparte de las llamadas que conscientemente le he hecho. Lo que significa que es cierto lo que pienso, ella inventó toda una historia, sin lógica, por cierto, para poder justificar sus faltas, que actitud tan inmadura y eso es lo que más rabia me da, que no sea capaz de enfrentar los problemas con dignidad. Y yo de tonto que le creía su historia, nunca me había sentido tan estúpido, pero todo eso me pasa por seguir los consejos de mi querido hermano Max, siempre empujándome a hacer tonterías.

Esta Vez Te SalvasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora