Capitulo 1

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Las vacaciones llegaron a su fin, tuve un estupendo verano con mi padre. Llevaba muchísimo tiempo sin verle y ya le extrañaba bastante.

Esta vez conseguí comprar mi propio computador –el de Emy la verdad no servía mucho- y descansé lo suficiente como poder volver a mi vida normal.

Estaba inmersa en mis pensamientos -es preferible pensar en cualquier cantidad de cosas con tal de evadir dentro de lo posible a las personas que me rodean–. Hay muchas personas hablando. Los niños llorando y gritando cosas, el ambiente no es el mejor para mi gusto, le dije a mi padre que quería otra clase, pero ni modo; su sueldo como albañil en Cádiz no le daba para cumplir todos mis caprichos. Sonrío cuando recuerdo su cara de nostalgia al llegar el último día de vacaciones. Me quiere tanto como yo a él. Decido ponerme los audífonos y escuchar en alto volumen No One de Alicia Keys. Me encanta.

Creo que ha pasado algo más de una hora y siento un sueño consolador. Me dispongo a dormir considerando que faltan bastante para aterrizar así que guardo mis audífonos en mi bolsa de mano.

Siento algo pesado en mi hombro lo que hace que me exalte de inmediato. Volteo a mi derecha y observo a mi compañero de silla muy cómodo durmiendo encima de mí. Me salgo de mis casillas definitivamente me parece el colmo de este señor. Un hombre obeso de unos 52 años con un aspecto bastante desagradable a mi parecer, ha roncado todo el viaje y lo he soportado. - ¡pero esto ya es colmo! – Exclama mi yo interior.

Me remuevo en la silla desesperada y el hombre despierta de inmediato con una cara de no saber de dónde viene ni para donde va. Se restriega los ojos y me mira con una sonrisa penosa pero mi cara está sin expresión alguna y poco me importa la pena que él pueda sentir.

Siento la necesidad de ir al baño urgente, pero, no quiero ir al de esta sección. De solo imaginarme cómo ha de estar por la cantidad de veces que han entrado y salido sin cesar me dan nauseas. –Tal vez el de la clase alta está en mejores condiciones. -pienso. Claro como ellos se creen más que nosotros los que no tenemos para viaje VIP, que mal me caen los afortunados esos. Observo la ropa que llevo puesta y pienso que no esta tan mal como para pasar desapercibida en medio de los dueños del mundo. Unos vaqueros ajustados, una blusa sencilla pero elegante que deja notar el color del sostén -sin parecer vulgar, claro está- el cabello un poco desordenado por la posición en la silla cosa que se solucionará también con una hermosa liga, no lo pienso más y me levanto decidida de mi lugar.

Paso a trompicones por el lado de mi compañero de viaje y salgo firme al pasillo. La azafata me mira, pero no me presta mucha atención, no creo que le importe mucho, teniendo en cuenta que son las diez de la noche y hasta ella se ve con aspecto de cansada. La pobre ha recibido más órdenes que nadie. En un descuido paso la puerta que separa una clase de la otra, por suerte está abierta y no hace ruido. Se ve que las aerolíneas invierten hartísimo en cada detalle de los aviones.

«Dueños del mundo» -pienso mientras observo a unas cuantas personas con aspectos de ser adinerados. Sí, creo que así los llamaré de ahora en adelante.

Ya estoy del otro lado. Qué alivio. Todos están dormidos o al menos la mayoría, la verdad es que a esta gente se le nota la clase hasta en la manera de poner la cabeza en el respaldo de la silla, como si no quisieran que se les moviera un pelo de su lugar. No hay ruido más que el que produce el aire acondicionado, al contrario de mi sesión, todo es paz y armonía.

«Qué envidia»

Paso lentamente por el pasillo, tratando de hacer el más mínimo ruido, no quiero hacerme notar de lo contrario pasaría una gran vergüenza. Me dirijo al sector de los baños, muevo cuidadosamente el pestillo de la puerta, pero esta no se abre. Una. Dos. Tres veces. Nada... Ya no aguanto más, tal vez hay alguien adentro. No sé. Mi cuerpo no puede más.

–Me voy a hacer pis aquí- digo casi en sollozos.

Miro a mi derecha y la puerta del baño de los hombres está abierta de par en par ofreciéndose a mí. – ¡No! - me regaño. Yo puedo. Pero mi cuerpo no piensa lo mismo y entonces de un salto entro y cierro la puerta con seguro, me apoyo en ella y suelto el aire retenido, mi corazón late con fuerza y no es para menos, con lo normal que es mi vida, esto ha sido demasiada adrenalina. Me relajo un poco y libero mi cuerpo lentamente disfrutando el momento, tanto así que mi boca esboza una sonrisa inconsciente. –No hay nada mejor. -pienso.

Termino y salgo a organizarme un poco. El baño es estupendo, no entiendo porque se toman tanto tiempo en adecuar un baño de esta manera cuando es para hombres que poco les importa si el espejo es de treinta centímetros o de un metro. Lo cierto es que está divino, el lavamanos, de mármol negro brillante, es del tamaño de la pared al igual que el espejo y aun cuando no es muy grande, el espacio es suficiente para dos personas máximo, es decir, Emy y yo quedaríamos perfectas haciéndole morritos a este espejo.

Me quedo mirando tan atentamente cada detalle de decoración, iluminación y demás que pierdo la noción del tiempo y por un instante se me olvida en donde estoy, definitivamente que, para despistada, yo, mi madre tiene toda la razón. Me peino un poco el cabello con los dedos para hacerme una cola más presentable, mientras muevo mis caderas al ritmo de una canción cualquiera que vaga en mi cabeza, es inevitable hacerlo cada vez que me peino, consideraré la idea de cortarme el cabello, hace mucho no lo hago y ya siento que está inmanejable.

No me demoro demasiado en ello, cuando me toma por sorpresa la presencia de alguien tras la puerta. Se me acelera la respiración y me quedo inmóvil, no es para menos, ese alguien está tratando de entrar y a pesar de que no abre, sigue intentando.

«Ya valiste, Abby» -mi subconsciente dándome ánimo.


  

***

Bueno he aquí una nueva parte ¿Que creen que puede pasar con Abril? Comenta, los leo a todos, tu opinión es importante. Besos.

Esta Vez Te SalvasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora