-Hola nena, ¿Vienes sola?- preguntó un chico moreno sentándose a un lado mío.
- Puede ser- respondí dando una calada profunda a mi cigarrillo.
- Me sorprende que una chica tan linda como tu este sentada sola- dijo el chico.
Sonreí.
- Que original eres para coquetear- dije sarcásticamente.
- Y no has visto nada...- respondió pícaramente sin quitarme la mirada de encima.
- Ah, ¿Si?¿Y qué más tienes aparte de tus usadas frases?- pregunté retándolo, con una media sonrisa.
Tomó mi cigarrillo, y le dió una calada, la cual sostuvo por un momento y luego soltó el humo de manera relajada, como si el cigarrillo fuera una de las maravillas del mundo.
- En verdad... ¿Quieres saber?- preguntó mirando de manera "disimulada" mis labios, lo cual me hizo ponerme nerviosa por un segundo.
Asentí segura, con una sonrisa traviesa dibujada en mis labios, acercándome lentamente a el.
El chico me sujeto por la nuca sin mirar otra cosa mas que mis labios.
Me estremecí por un momento y una imagen paso por mi mente, Jack...
En el fondo, tengo que admitir que lo sigo queriendo como una loca sin escrúpulos, pero no me importaba lo lejos que fuera a llegar con cualquiera; Jack y yo llevábamos mas de dos semanas sin dirigirnos la palabra.
Y si el iba a olvidarme...
Yo también lo haría.
Así que, al demonio.
Los labios del chico se sincronizaron con los míos en ese instante, su lengua y la mía hacían una armónica y casi perfecta danza; mientras el chico sujetaba mis caderas yo me aferré a su camisa, intensificando cada vez más el beso. Me las arreglé para subirme sobre una mesa que se encontraba a un lado nuestro, para quedar más a su altura, y después enganchar mis piernas a sus caderas con fuerza y urgencia.
A este punto de la caricia, nuestros cuerpos se encontraban tan peligrosamente juntos que parecían hacerse uno solo, él no paraba de besarme y sujetar mis muslos con fuerza...
Y santa mierda... yo tampoco quería parar.
- ¿¡Ivan?!- chilló una voz femenina no tan lejos de nosotros.
"Ivan" y yo nos separamos con pesada respiración, y la música de aquella fiesta parecía bajar su volumen a la escena.
- ¿Rachel?- preguntó Ivan, con una expresión de sorpresa en el rostro, pero decepción en el tono de voz.
Pero... ¿Rachel? No.
No, no, no... no puede ser esa Rachel.
Hay millones de chicas con ese nombre, no puede ser ella, tranquila...
- ¿R-Rachel?- dije con un hilo de voz.
- ¿Te conozco?- preguntó Rachel, sumamente molesta.
- ¿Rachel Fischer?- pregunté.
- Si, ¿Tienes algún problema con eso, pequeña golfa?- respondió Rachel.
Mierda.
- ¿Y-ya no me reconoces?- tartamudé.
- ¿Qué? A ver estúpida, ¿Quieres hablar bien, y en español? No te entiendo nada- dijo Rachel.
Respiré brevemente hondo para poder calmar mis evidentes nervios.
- ¿Ya no me reconoces?- pregunté de nuevo, esta vez más firme.
- ¿Y tú quién eres? Digo, aparte de una arrastrada- preguntó, mirando con la misma crueldad con la que me miraba cuando cursábamos la secundaria.
Ivan me miró confundido, pero parecía estar interesado en mi identidad.
- Temperance White- respondí mirando a Rachel de la manera mas fría y segura que pude.
Rachel e Ivan se sorprendieron a tal magnitud que sus ojos parecían estar a punto de salir de sus cuencas.