"Te amo, Jackson, más que a mi propia existencia, pero necesito dejarte ir, tengo miedo... no se que hacer, y si me vas a dejar, prefiero irme y dejarte yo primero."
Arrugué la hoja amarillenta y la tiré al cesto de basura, era casi ya la doceava hoja que tiraba.
Había pasado muchas noches con insomnio, pensando, pensando y decidiendo.
Hasta que decidí lo que iba a hacer.
-Tenemos que irnos ya, nena-dijo Jack poniéndose frente a mi, con un desorden en el cabello que lo hacía parecer mas hermoso de lo que ya era, vestido con unos jeans negros y una sudarera roja que resaltaban la irreal palidez de su piel, y desfasándome como siempre de mis pensamientos.
Tomé su mano y caminamos hasta la puerta principal de la casa.
* * *
Jack caminaba en círculos alrededor de la habitación del hospital, mientras yo lo miraba de pies a cabeza con deteniniento, memorizando por completo su figura.
Me levanté y lo abracé, él se quedo quieto, mientras yo sentía cada uno de los latidos de su corazón.
Segundos después sus latidos no fueron lo único que pude sentir...
El bebé se había movido.
¡Little bean había dado una patada o lo que sea pero se había movido!
-Little bean se movió-musité y Jack abrió los ojos como platos.
-¡Little bean se movió!-chilló Jack.
Ambos sonreímos tanto que parecíamos psicópatas, pero psicópatas felices, y mucho...
-Ay Temperance... estoy muy emocionado, pero nervioso, no sabes cuantas ganas tengo de verte, de ver el mundo, de ver a nuestro Little bean cuando nazca, ¡Estoy tan ansioso!-dijo posando sus manos sobre mis caderas y sin dejar de enseñarme su perfecta y alucinante hilera de dientes.
Sus palabras deshicieron mi sonrisa, y una lágrima rebelde se atrevió a rodar a través de mi mejilla...
Después de estar tan emocionado, que yo lo deje sin más, cualquiera podría decir que es un acto egoísta de mi parte... pero es lo mejor para los dos.
Volví a abrazarlo pero ahora con más fuerza, con más dolor, con más culpa, sorbiendo salvajemente por la nariz y sollozando sonoramente. Mi corazón latía a mil por hora, estaba segura de poder desmayarme en ese preciso instante porque el dolor que estaba sintiendo era más del que mi cuerpo podía soportar.
-Wow nena, ¿Porqué lloras tanto?- preguntó Jackson, preocupado y limpiando varias lágrimas de mis mejillas con sus pulgares.
-Estoy tan... feliz- mentí con aún mas dolor por las palabras que acababa de decir.
Lo solté y junte sus labios con los míos desesperadamente, lo besé con dedicación... me concentré en memorizar cada textura de sus labios y entrelacé sus manos con las mías para memorizar también cada fibra de la piel que conformaba éstas.
El amor de mi vida, de mis días, el hombre al que pertenecería siempre, lo mejor de mi vida que ahora por nuestro bien dejaría ir...
Nos separamos con los labios hinchados, el aún confundido pero fascinado y yo con el corazón hecho millones de pedazos y sin poderlo demostrar.
-Te amo, y no me cansaría jamás de repetírtelo-dije entre dientes aferrada a él.
-Ya es hora- interrumpió un doctor entrando en la habitación.
-Yo te amo aún más, y por eso hago esto- dijo besando mi frente mientras yo memorizaba su rostro y la poca luz que lo iluminaba, ya que sería lo último que vería de él.
-Nos vemos, Jack-dije en un deprimente tono de voz.
-Nos vemos pronto, amor...-respondió saliendo de la habitación acompañado de el doctor.
-Y adiós para siempre...-musité con dolor, pero ya era muy tarde para que me escuchara.