CAPÍTULO 26

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–Si... Además no siempre cuenta la fuerza, si no la inteligencia. Y siento ofender pero soy la más lista del instituto. A mi nadie me gana– dijo efusivamente lo que me hizo soltar una pequeña carcajada.

–Si pero no se...– dije volviendo a estar seria.

–¿Lo sabe Dani?– preguntó Nick a lo que negué– ¿Se lo vas a decir?– me encogí de hombros.

–Supongo...– dije para después levantarme– No os quiero molestar más. Añadiendo que tengo que estudiar a si que...

–Cualquier problema que tengas no dudes en llamarnos– dijo Emma dándome un abrazo.

–Y lo mejor de todo es que sabes donde vivimos– dijo Nick a la vez que me daba otro abrazo.

–Muchas gracias– dije mientras caminábamos hasta la puerta.

–No tienes que agradecer nada. No nos gusta verte así– dijo limpiándome la última lágrima que quedaba por mi pálida cara.

Le sonreí y después entré en mi casa. Mi madre estaba en la cocina haciendo la comida que solo comerá ella. Giró un poco la cabeza.

–¿Dónde estabas? Has tardado mucho– dijo son su tono seco.

–Da igual– dije tirándome en el sofá.

–Me habías preocupado.

–¿Preocuparte tu por mi?– esto es increíble– ¿Cuando te has interesado por mi? ¿Cuando te has molestado en preguntarme qué tal estaba o cómo me iba con los estudios?

–No tengo mucho tiempo libre para pensar en esas cosas– contestó ella sin mirarme.

–¿A si? ¿Haciendo que? Espera, ya se. Trabajando ¿no? O lo que sea que hagas cuando no estás en casa, que sinceramente no me interesa.

–Son cosas muy importantes que nos permiten tener un piso, ropa, comida...– la interrumpí.

–Lo que tu digas madre, claro si se te puede llamar así porque sinceramente, no te comportas como una– dije llena de rabia.

–A tu cuarto, ¡ahora!– me ordenó firmemente.

–Paso, estoy bien aquí– contesté encendiendo la tele.

–¿No me has oído? ¡Vete de aquí!

–Yo estaría encantada, pero quiero cabrearte– dije sonriendo.

–Pues lo has conseguido. ¡No saldrás de casa! Dame las llaves– dijo acercándose a mi.

–Ja, créetelo

–¡¡Elena María García!! ¡¡Dame las llaves!! ¡¡YA!!– gritó ella.

–No– dije para después saltar el sofá pero con tan mala suerte que tropecé con mis propios pies.

Mi Mejor Error #MME1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora