CAPÍTULO 12

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Oí la puerta de un coche abrirse y después, Dani me metió dentro. El entró por el otro lado.

–Agárrate muñeca– dijo para después pisar el acelerador.

Cruzó Madrid en menos de 10 minutos. Después, se metió por una carretera secundaria hasta llegar a un bosque. Aparcamos delante de un lago.

–Vamos princesa. Ay que andar– dijo saliendo del coche y cogiendo una mochila del maletero.

Me tomé mi tiempo para admirar el paisaje. En el lago se reflejaba el azul cielo y el brillante sol. Era precioso.

Empezamos a andar bosque a dentro. Había tanta naturaleza que me encantaba. Y a los 5 minutos andando llegamos a un lugar en el que había una mini cabaña moderna. A su lado una cascada y un río en cuesta. Quedé alucinada.

–¿Esto es tuyo?– pregunté lentamente.

–Puede decirse que si. Mis padres no la usan...– dijo mirándola– venga vamos.

Me cogió de la mano y entramos a la cabaña. Todo era de un blanco impoluto y estaba muy bien iluminada. Tenía dos plantas. Abajo estaba la cocina, el salón y una piscina interior y arriba había una habitación y un baño.

Cuando me vaya a vivir sola, quiero una casa como esta.

–Venga. Ahora que ya has visto la casa toca ir al bosque– dijo Dani llamando mi atención.

–¿Bosque?– pregunte confundida.

–Ajá, tu solo sígueme– afirmó y salimos de la casa rumbo a no se donde.

Andamos unos 5 minutos y nos encontramos con una casa en un árbol.

–Vamos, sube– me propuso Dani.

Hice lo que dijo y nada más entrar en ella me envolvió de ternura.

Era lo suficientemente grande para que cupiese de pie, pero Dani no ya que me sacaba un cacho.

Había un mini sofá y una chimenea pequeña. Dani hizo que funcionara mientras que yo estaba en el sofá sentada admirando cada centímetro de este lugar.

–¿Eres rico?– pregunté mirándole.

–Por desgracia si– dijo cabizbajo.

–¿Ser rico es una desgracia?– pregunté confundida.

Asintió– Lo que pasa es que la gente te quiere por tu dinero y no como eres...– dijo.

–Tienes razón... Pero siempre hay excepciones ¿no?– asintió.

Se sentó a mi lado soltando un suspiro.

–Oye...– llamé su atención– ¿Por qué haces todo esto?– el solo sonrió.

Mi Mejor Error #MME1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora