Capítulo Veinticuatro

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Justin

Hoy era el segundo día, no se lo había podido contar antes, no quería borrar su sonrisa, si le decía algo debía contárselo todo, incluyendo que besé a aquella chica. Juro que si ella no me perdona me tiraré de un puente.

Me levanto temprano y le voy a preparar un desayuno, quiero que por lo menos me recuerde con algo bonito en caso de que me haga marchar.

En una bandeja puse su chocolate caliente, tal cual como le gustaba; con harta espuma, agregué tostadas con mantequilla y otras con majar, a las últimas les puse trocitos de frutilla, puse también algo de jugo por si quería beber. Agregué también una taza de café para mi, había hecho bastantes tostadas. Ryan pasó por mi lado y me dedico suerte, él sabía que hoy quería decírselo.

Sonriendo subí a la habitación, empujé la puerta y entré. La vi acostada de costado con su pelo enmarañado, mi sonrisa se agrandó. Me senté sobre su cama y puse la bandeja en la mesilla.

-Nena. -Empecé a acariciar su rostro y a dejar pequeños besos alrededor. Una sonrisa tiró de sus comisuras antes de abrir los ojos. -¿Qué tal?

-Te acordaste. -Susurró suavemente, sonriendo aún más.

Mierda. ¿Qué cosa olvidé? Ahora que hago. Piensa Justin. No es su cumpleaños, ni el mío, y la verdad no se que tan ras fechas t na que recordar. ¿Era hoy el día de los enamorados?

En lugar de mostrar cara de confusión intenté sonreír, pero la duda seguía en mi.

-Hoy cumplimos un mes. -Me dijo para que recordara. Joder, no había ido a buscar su regalo, ya estaba listo pero no había ido. Era una pulsera, de oro, tenía al centro escrita una frase que me gustó demasiado, y en a cuanto la leí pensé, esto es para Ari.

-Tenemos que salir. -Dije encontrando de repente una solución a mi problema.

-Claro. -Su estómago rugió y recordé que tengo el desayuno a un lado.

-Te traje el desayuno. -Tomé la bandeja y la puse sobre sus piernas.

-Gracias. -Sonrió y beso mi mejilla.

Comimos todo lo que estaba en la bandeja entre risas y besos. Ambos disfrutamos eso, la verdad es que yo estaba algo hambriento también. Luego los besos comenzaron a subir tuve que hacer la bandeja a un lado, o sino seguramente la lanzaría a algún lado de la habitacion. Hicimos el amor en la cama y ahora nos dirigíamos a el baño.

-Dios mío. -Susurró Ariana sonrojandose. Aun estaba roja y yo la estaba acompañando, por lo que se ponía más nerviosa. Ella estaba en el espejo, desde ahí yo me reflejaba y pues, mi pene ya estaba erecto, de nuevo. -¿Es que no te cansas? -Me dijo con una risita.

-De ti nunca. -Sonreí pícaro. Ella se dio vuelta de nuevo hacia el espejo y yo abrí el agua de el jacuzzi. Agregué algunas sales y líquidos espumates, ambos sabíamos lo que ocurriría hoy en el baño.

Mire a mi nena, la cual se agachó para sacarse los calcetines, por alguna razón ella no podía dormir sin ellos. Dejó a mi vista su apretada entrada, la cual ahora brillaba. Lo estaba haciendo a propósito, nadie se demora más de diez segundos en sacarse las calcetas. Miré el espejo y sonreí. Me acerqué, agarré rápidamente sus caderas al tiempo que me empujaba dentro de ella.

-Ah... Oh si. -Gimió ella volviendo a ponerse de pie, frente al espejo, subiendo sus brazos y echando su cabeza hacia atrás. Mire el espejo y, madre mía, estaba a punto de correrme, era la imagen más erótica alguna ves vista, empujando frenéticamente llevé mis manos a sus pecho, los piñisqué y ahueque en mis manos, masajeando sus pezones. Sabía que yo estaba más cerca que ella, así que bajé una de mis manos a su clítoris, lo empecé a masajear y ella se retorció en mi.

Primos (JB & AG) -PAUSADA TEMPORALMENTE-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora