Capítulo 46

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Maia

Todo anda mal. Algo en mis adentros me dice que es así. Odio cada instante en el que estoy rogándole a Christian que confié en mi. Joder, ¿a que no es tan difícil? 

Está tan nervioso como nunca lo había visto y eso da mala espina, ¿desde cuándo le sudan sus manos? esto es nuevo y estoy tan enojada de aquí a la pinche luna. ¿Qué le pasa conmigo? si no tiene otra no tiene porque tomar ésta actitud tan despreciable. 

No sé a qué vino a buscar disculpas si arregla nada con su actitud.

-Está bien. -Alzo mis manos en señal de derrota. -Me rindo. Quédate con ella.

Doy un paso al lado para irme y el me toma del codo. 

-No. Espera. -Dice tan fuerte que ahora todos nos miran el doble de lo que chismeaban hace un momento. 

Involuntariamente tuerzo mis ojos y me arrepiento, pues todos notaran mi rabia. Tiro mi brazo para soltarme y su agarre era tan liviano que de una su mano cae.

En realidad no quiero explicaciones ni mucho menos mentiras. Está claro que algo fuera de lo normal está ocurriendo y no quiero quedar en la mitad de todo. Él siempre quiere esconderme todo. Recuerdo todo lo que paso con la fresa, cuando "fueron novios" solo porque él no quería contarme sobre las drogas que vendía. O vende. Esperen... ¿Christian aun vende drogas?. 

Mi corazón es una maraña de sentimientos y late tan fuerte que siento ganas de vomitar. No quiero que haga eso, está arriesgando su vida y la de todos. ¿Y si la llamada es relacionado a eso? ¿y si lo están amenazando? ¡Mierda y mas mierda!, lo único que estoy haciendo es hacerlo sentir peor. No. ¿Por qué todo es así?. Lleno de secretos y cosas malas con él, quiero decir. Tengo un mal presentimiento.

Miro hacia atrás y no lo veo. Mi mirada gira en todo el lugar y lo único que veo es gente desconocida, chicos con rostros temibles y chicas con mucho rosa o caras de zorras. Éste, obviamente, no es mi lugar. 

Dando grandes zancadas cruzo la puerta principal y diviso el auto de mi novio -aun lo es- me acerco para quedarme en este lugar a esperarlo. Mas le vale que llegue pronto.

Al cabo de diez minutos -creo- escucho el sonido de la alarma del auto y me espanto. No les recomiendo estar casi escondida detrás de un auto. 

-¿Qué haces ahí? -Pregunta indiferente. Ugh odio eso.

-Esperandote. -Digo en tono obvio.

-Pensé que no querías hablarme. -Mira hacia otro lugar y siento volver al Christian de hace un tiempo. El engreído y arrogante.

-Oh, lo siento don importante. -Tuerzo mi boca y mi estomago se retuerce solo. Tal vez sea hambre, tal vez sea rabia. Creo que son las dos opciones. 

-Entra al auto. -Abre la puerta del piloto y entra al auto. Ésta vez ni siquiera se digno a abrir la puerta del copiloto para mi. 

Menudo cabrón. -Pienso.

Subo sin decir una sola palabra y él ni me mira. Odio que se moleste conmigo si él fue quien la cago.  

¿Por qué tengo que pagar los platos rotos por éste tonto?

-No entiendo porque nunca has confiado en mi para decirme las cosas. ¿Porqué se te hace difícil soltar lo que cargas? no es bueno reprimir las cosas y guardaselas para uno mismo. Hay que soltar y dejarse llevar. -Le suelto.

Creo que soy la menos indicada para decir esto, pero ya qué. 

-Deberías estudiar psicología y no arte. -Me mira de reojo y noto en su voz y su corta mirada que no lo dice en chiste.

°Perfecta Atracción°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora