Un grito me sacó de mis pensamientos y volteé a recibir al causante.
—¿Y tu novio? Vine a pedirle permiso como todo un hombre— Se burló y empezó a dar vueltas a mi alrededor, como si me estuviese examinando.
—Acaba de irse— Fruncí el ceño, todavía confundida por la reacción de Matt.
—¿Se enojó? ¿Dónde está? Capaz pueda alcanzarlo y convencerlo de que no te haré nada— Levantó su cuello y ojeó todo nuestro alrededor.
—Acaba de irse en su auto— Revoleando los ojos, dejé caer todo mi peso sobre una pierna.
—¿Tiene auto? Nada mal— Sonrió burlonamente y elevó sus cejas —Espera— Su gesto se arrugó —Tu chico no es Matt ¿O sí?
Su pregunta me desconcertó ¿Se conocían? ¿Pero él no era un chico nuevo? Millones de pregunta se crearon en mi mente, pero descarté la idea de contestarlas, será para otro momento.
—¿Eso a ti que te importa?— Sonreí desafiante, devolviendo la alegría a su rostro.
—Epa, chica ruda— Bromeó ensanchando su sonrisa.
En el fondo no estaba segura de si debía ir o no, por algún motivo Matt se había ofendido e ido como si nada, de una manera tan fría. Tenía dos opciones: o ir con Zac y conocer a alguien que podría ser mi futuro amigo, o irme a casa y llamar a mi novio para arreglar las cosas.
Actuando en contra de mi razón, elegí al oji-amarillo. Aún dudosa, lo seguí. Tanteando su campera, exclusiva de los del último año, sacó un cigarrillo y luego de acomodarlo entre sus labios, lo prendió. Con una mano dedicada a llevar y traer el tóxico filtro de su boca, y la otra en la seguridad de su bolsillo, caminó inundado de paz hasta cruzar el portón del colegio.
Se detuvo frente a una roja y enorme motocicleta, y recordé cuál era su vehículo. Con el cigarro atrapado en su boca, se agachó para retirar la cadena y levantándose, pasó su cabeza y alojándola sobre su hombro derecho, se la colocó de manera cruzada en su pecho.
—No me subiré a esa cosa. Estás loco si pensaste que lo haría— Estudiando la bestia maquinaria que tenía enfrente, tragué con fuerza.
Él ya estaba sentado sobre ella. Ignorándome, se apoyó sobre el tanque y terminó su cigarrillo tomándose su tiempo. Cuando por fin finalizó, tiró la colilla y se dio vuelta para mirarme por sobre su hombro.
—¿Irás caminando?— Cuestionó largando el humo entre cada palabra.
Lo miré de mala gana, pero no quería seguir a una moto a pie, no llegaría nunca. Tomé una buena bocanada de aire y me acerqué con mis piernas temblando. Zac acentuó su maldita sonrisa mientras me estiraba un casco de color negro con detalles en rojo y gris, por lo menos era responsable. Siempre le temí a estos vehículos, conocí mucha gente que sufrió accidentes por estar montados en estas bestias. Acepté el único medio de seguridad y con cuidado me subí.
—Vamos, nena. No te comerá— Comentó entre risas —Ya le di de comer, puedes quedarte tranquila.
—Cállate.
Admito que la adrenalina si me gusta y eso fue lo que me impulsó para animarme. Mordí mi sonrisa ante la nueva experiencia y él tomó eso para encender el motor.
—¿Lista?— Se inclinó hacia delante y pisando el pedal de arranque, la moto rugió.
Mi cuerpo vibró al compás de la moto. Todo en mi interior cosquilleó y un escalofrío me recorrió. Ya comenzaba a emocionarme, aún con el miedo colándose por mis huesos.
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Siempre has sido tú
Teen FictionTres vidas se cruzan, dos de ellas arrastran un latente pasado en común, la tercera es la llave que las conecta. Un amor inquebrantable ante cualquier circunstancia. Un hombre que sabe amar, en todas sus formas. Un amigo, no tan nuevo, que vuelve...