Una incesante resonancia había conseguido llegar a mis oídos obligándome a abrir mis ojos interrumpiendo mi dominguero sueño matutino. Levanté mis parpados buscando al verdugo de mi actividad favorita, mí habitación estaba a oscuras, la luz del sol no lograba atravesar las gruesas cortinas de mi ventana consiguiendo que un único tímido y delicado rayo sea suficiente para aclarar la opacidad del cuarto.
Bajé mis parpados y suspirando los refregué esclareciendo mi nublada vista. Bostezando tomé mi teléfono y comprobé la hora. Eran las ocho de la mañana, ¿Por qué estaba despierta un domingo a las ocho de la mañana? La respuesta a mi pregunta no se hizo esperar, el molesto sonido que me había despertado volvió a dejarse escuchar. Me arrastré bajo las sábanas hasta el extremo derecho de mi cama.
–¿Estás bien?
Catalina estaba acostada con su celular frente a su cara, el brillante resplandor de este iluminaba todo el contorno de su rostro, sus mejillas habían tomado un fuerte color carmesí, estelas nacían en sus ojos y morían sobre la almohada. Fruncí mi ceño al verla, me acerqué todavía más y con ayuda de mis dedos sequé los restos de agua.
–Perdón, no quise despertarte– Murmuró pasando sus manos sobre sus ojos borrando aquellas transparentes y húmedas franjas que las lágrimas habían dejado. Se sentó sobre el colchón en el que había dormido, cruzó sus piernas como indio y se giró a hacia mí.
Su labio inferior temblaba anticipándome que pronto volvería a llorar, el contorno de sus azules luceros estaba levemente hinchado –Descuida– Corrí las mantas que me cubrían y bajé de la cama para sentarme a su lado, quedando enfrentadas tomé sus manos –¿Hace cuánto que estás llorando?
Con una falsa sonrisa contestó –No hace mucho– Inhaló y exhaló con lentitud, dándose un momento para calmar su agitada respiración.
–¿Qué sucedió?
–Estaba discutiendo con Mike– Mi silencio le dio a entender que buscaba información más detallada sobre su problema, poniendo sus ojos en blanco y esbozando una sonrisa al mismo tiempo, continuó –Me desperté hace una hora, creo, para ir al baño. Ya sabes, la maldita cerveza– Se excusó –Tomé el celular para ver la hora, como me había desvelado decidí entretenerme con él. Cuestión, lo busqué, al ver que estaba en línea le hablé– Su voz se acongojó, un nudo en su garganta le dificultaba el habla. Sus ojos cristalinos, hacían danzar las gotas que retenían –Ya que cuando se dignó a contestarme, mientras tú no estabas, me dijo que supuestamente se acostaría temprano porque estaba cansado y que no tenía ganas de hablar– Una lágrima escapó de su azulado iris, instantáneamente su brazo borró su existencia con brusquedad –Simplificando la conversación, estaba ebrio por lo tanto me mintió, anoche salió.
Se puso de pie y con movimientos furiosos y veloces comenzó a vestirse, no tardé en hacer lo mismo. Si algo caracterizaba a mi mejor amiga era que cuando la tristeza y el enojo la visitaban podría hacer cualquier cosa, desde quedarse llorando en un sillón tomando helado y mirando películas, hasta tomar las llaves de su auto y desaparecer por horas, sin avisar. La última vez que la había visto en este estado fue durante la muerte de su padre, sus sentimientos eran tan fuertes que simplemente escapó de ellos, huyendo, a lo largo de toda una semana no supimos a donde se había ido, su hermano y yo nos habíamos vuelto locos buscándola.
No dejaría que haga eso otra vez, John estaría muy lastimado y eso no terminaría bien para nadie.
–Cata, cálmate– Tomé su brazo, ella no tardó en mirar donde mi mano había hecho contacto con su piel. En segundos sus ojos ya estaban puestos en mí –Tal vez si salió y si te mintió, pero capaz necesitaba tiempo para él.
–¿Tiempo para él?– Rio nerviosa mientras peinaba su rubia cabellera con ayuda de sus dedos –¿No crees que dos semanas fueron suficientes? Desde que volvimos que no lo he visto.
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Siempre has sido tú
Teen FictionTres vidas se cruzan, dos de ellas arrastran un latente pasado en común, la tercera es la llave que las conecta. Un amor inquebrantable ante cualquier circunstancia. Un hombre que sabe amar, en todas sus formas. Un amigo, no tan nuevo, que vuelve...