Capítulo 49

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–¡NICHOLAS!.

Parpadeé repetidas veces dejando de ver la nada en un punto fijo frente a mí. La voz de Anna me había traído de vuelta a la realidad de la que había escapado por unos segundos.

–¿Me has escuchado?– Volteé a verla, estaba preocupada, parecía que su mirada buscaba alguna señal de vida en mí.

–Yo...–Intenté enfocar mi vista en su rostro, que por alguna razón me estaba costando –¿Tú que crees?– Pregunté, ella solo levantó sus cejas en señal de sorpresa. No tenía porque ser brusco, pero la situación que estaba viviendo no me ayudaba –Perdóname– Suspiré –Solo... ¿Estás segura?

–Muy, segura– Su vista bajó hasta su abdomen, siguiéndola me encontré con mi mano sobre él, retiré mi tacto de sus ropas con velocidad y me paré al instante.

–Carajo– Solté cuando me di cuenta lo que había hecho.

Estaba asustado, primero la caída de mi abuelo y ahora la noticia de Anna, la cabeza me daba vueltas. Guie mis ojos hasta su rostro, las lágrimas habían vuelto aparecer, suspiré con pesadez, estaba seguro de que la cabeza me explotaría y mi corazón aprovecharía para salir corriendo.

Volví a sentarme –¿Lucas lo sabe?– Cuestioné en un intento de dejar mi estado de shok atrás. Rozó sus labios con su lengua y borró las gotas que recorrían sus mejillas. Negó con la cabeza –¿Y tú...?– No sabía como decirlo, sintiendo su mirada sobre mí me apuré en hablar –¿Tú quieres tenerlo?

–No... No lo sé– Agachó su cabeza de una forma tímida –No sé qué quiero– Se levantó brutamente –No fue un buen momento para decírtelo, perdóname.

–Escucha– Me levanté poniéndome frente a ella. Con dos de mis dedos tomé su barbilla y con cuidado la atraje hacia mí. Sus hermosos iris caramelo brillaban bajo el llanto que retenían –Decidas lo que decidas, estaré contigo. No voy a dejarte sola– Esbocé una ladeada sonrisa con la intensión de calmarla.

–¿Pero... Y Lucas, tu familia?– Balbuceó entre sollozos.

La tomé por los hombros y la pegué a mi pecho –Si no quieres seguir con esto, te entenderé y no me separaré de tu lado, lo prometo– Besé su cabello e intensifiqué el abrazo –Pero, si quieres tenerlo me haré cargo como debe ser y hablaré con tu hermano, por mi familia no tienes que preocuparte.

–Va a matarme– Susurró a la vez que humedecía mi remera con las gotas saladas que abandonaban sus ojos.

–Si te pone una mano encima, seré yo el que lo mate.

[...]

Luego de mandar a mi novia a casa y despedirme de ella, subí de nuevo a la habitación en la que mi abuelo luchaba por sobrevivir.

Mi cuerpo se había convertido en un ring donde todas las emociones luchaban al mismo tiempo por dominar mi mente. Cada parte de mi sudaba, mi estómago vibraba y los choques eléctricos no dejaban de bailar en toda la superficie de mi espalda. Realmente creía que estaba volviéndome loco.

–Nicky, ¿Estás bien?– Cerré mis ojos rendidos cuando escuché la voz de mi hermana.

Podía mentirle a cualquiera, pero no a ella. Y no porque no quisiera, porque no podía. No sé cómo lo lograba, pero siempre me descubría.

Asentí y pasé por su lado sin mirarla, si lo hacía le confesaría las palabras de Anna y no estaba listo. Sentí su mano acercarse a mi brazo y lo esquivé, la escuché susurrar mi nombre con tristeza. Si me quedaba corazón por romper, ahora, ya no.

Tomé el picaporte de la puerta y lo empujé hacia abajo, antes de impulsarme hacia delante la puerta lo hizo por si sola. Mi madre había tomado la delantera y la había abierto antes que yo.

Siempre has sido túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora