Capítulo 22

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Sobre el césped, junto a la otra improvisada pista de baile, había varios chicos sentados formando una ronda con el esqueleto de una cerveza en el centro, el cual tenía como fin: girar y señalar. Observé más a detalle, comprobando que cada vez que este detenía sus mareantes movimientos, quien la había hecho rotar tenía como reto besar a quien la boca de la botella apuntaba. Una vez cumplido, la persona señalada por el envase giraba nuevamente el cilindro, repitiendo el proceso.

No podía dejar de preguntarme internamente si esto acabaría siendo una buena idea. El hecho de besar chicos porque sí, no terminaba de convencerme, pero retándome hacerlo, la maldita escena que había visto hacía pocos minutos apareció por milésima vez.

Suspirando, le resté importancia a mis dudas y seguí a mi amiga, quien ya estaba formando parte del juego. Me senté junto a ella y al ver como todos se divertían, no pude evitar sentir curiosidad.

Bueno, para qué mentir, ahora sí tenía ganas de intentarlo.

Cuando el último beso concluyó y los bullicios acompañaron unas sonrisas cómplices por parte de quienes habían juntado sus bocas, el juego continuó.

Freddy, un compañero de clase sentado frente a nosotras, giró la botella. El envase de cerveza rotó sobre sí unos cuantos segundos hasta que lentamente perdió velocidad. Tragué en seco cuando el pico me apuntó. Un escalofrío recorrió mi espalda y un cosquilleó brotó en mi vientre, sin embargo, todo desapareció cuando el pico se movió una última vez. No fueron más de dos centímetros los que se corrió, no obstante, esa mínima distancia me salvó. Éramos muchos los que estábamos jugando, por lo cual, el espacio entre cada participante era casi nulo.

Una carcajada grupal, resonó cuando el cilindro de vidrio señaló al chico a mi lado llamado Nathan y este gateó hasta Freddy tirando besos al aire mientras que sonreía. Mi compañero negó haciendo una mueca de asco, aumentando la diversión.

Como prenda por haberse negado a besar a la persona designada por el azar, todos los hombres, tanto jugadores como espectadores, lo alzaron y gritando una cuenta regresiva, lo arrojaron a la pileta que estaba a pocos pasos de donde estábamos. Lo único que le permitieron "salvar" fue su teléfono, ya que lo tiraron al agua con zapatillas y campera incluidas.

No pasó mucho hasta que el turno de Cata llegó. La rubia aceptó sin problema y con un porte seguro, entrelazó su boca con la de un rubio. Mi humor desapareció cuando Mike se nos acercó, pero sorprendentemente, él sonrió y se sentó al lado de mi amiga.

Mi gesto se arrugó viéndolo divertirse en tanto su chica sonreía secando las comisuras de su boca. No estaba segura de si él era demasiado maduro como para tomarlo a la ligera, o, si simplemente no sentía celos.

Finalmente, el momento que había estado evitando llegó. La botella apuntó en mi dirección y esperé unos segundos antes de reaccionar, capaz podía volver a correr con la misma suerte que antes, pero no fue así. El hormigueo regresó junto con los nervios.

Suspiré al escuchar la risa de emoción de mi mejor amiga y ver la gracia en el rostro de Mike.

—Es solo un beso. Entre más rápido lo hagas, más rápido acabará— Susurró Catalina cerca de mi oído.

—Ya lo sé— Respondí con los nervios transitando mi sistema.

Lo iba hacer, por algo estaba acá, pero no me agradaba que me presionaran para hacer algo. Sencillamente, me gusta tomarme mi tiempo.

Miré al chico que tendría que besar y relamí mis labios al reconocerlo. El alcohol que tenía en la sangre no ayudaba a que mi cerebro procesara información con rapidez. Peter también formaba parte del equipo de la prepa y al igual que Mike, también era defensor. Incluso éramos compañeros en la clase de literatura.

Siempre has sido túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora