Capítulo 21

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Con el paso del tiempo las cosas mejoraron, la amistad de Zac y Matt resurgía a gran velocidad. No tardamos en comenzar a salir todos juntos y ciertamente, el grupo que se había formado me gustaba. Nicholas, John y Catalina poco a poco empezaron a bajar sus barreras y unos días después ya consideraban a Zac como uno más. Al que más le costó claramente fue a mi hermano, sin embargo, lentamente el oji-amarillo se fue ganando su confianza.

La química que había tomado el grupo era tan buena, que los lunes en mi casa ya no sólo éramos cuatro los que nos juntábamos, sino que, por el contrario, el mariscal y sus dos amigos se habían unido. No obstante, Matt era el único que faltaba de vez en cuando y las veces que venía no me miraba más de lo necesario, mientras que yo no podía sacarle los ojos de encima.

Un lunes en particular, no pude resistir las ganas de inmortalizar el hermoso momento que estábamos viviendo por lo que busqué la vieja cámara instantánea de mi abuelo y nos tomé una selfie a todos juntos. Removí la fotografía del antiguo aparato, la sacudí hasta que su contenido se volvió lúcido y al verla no pude evitar sonreír. Ojalá todo pudiera quedarse exactamente así para siempre. Guardé la foto en el bolsillo trasero de mis jeans y regresé con los chicos, sentándome brutamente choqué a Zac y entre risas agarré los pochoclos que descansaban entre sus manos. Ahora tan simple imagen, se había convertido en uno de mis tantos pequeños, pero grandes tesoros.

La relación que tenía con Zac cada vez era más fuerte, prácticamente pasábamos todo nuestro tiempo juntos. Había días en los que me llevaba a casa y se quedaba a merendar y hasta a cenar. Mi familia ya le había tomado mucho cariño, algo que no se me hacía raro, ya que se los había ganado a ambos. Mientras que yo estudiaba o hacía mis deberes, él se sentaba a escuchar atentamente las historias de mi abuelo, o, ayudaba a mi madre a lavar los platos, cocinar y hasta chusmeaban sobre sus amigas. Mi progenitora llegó a tener su número, algo no tan extraño ya que le marcaba únicamente cuando sabía que saldría con él y la hora se nos pasaba. En fin, mi abuelo ya le decía nieto y mi madre hijo. No había marcha atrás con él.

Algunos días yo iba a su casa cuando me llamaba desesperado porque Denise aparecía con el desagradable de Dylan. Nos encerrábamos en su cuarto y poníamos música en tanto estudiábamos o simplemente nos pasábamos interminables horas mirando series y películas. Le costó bastante, pero por suerte, con el tiempo y el apoyo de todos los que ahora éramos sus amigos, fue superando los fuertes sentimientos hacia su exnovia. Ni la ira ni la tristeza se reflejaban en sus amarillentos iris cuando los encontraba juntos, sin embargo, los destellos de traición y decepción sabía que jamás se irían. Tanto él y como yo, sabíamos que Matt había tenido mucho que ver en su recuperación, sin el apoyo de su mejor amigo era obvio que esto hubiese demorado el doble de tiempo en cicatrizar.

Si alguien los conociera en estos momentos, jamás nos creerían al decirles que ellos se habían reconciliado hacía unas pocas semanas y que estuvieron años sin dirigirse la palabra.

Por otro lado, la relación que tenía mi mejor amiga con el defensor del equipo comenzó a madurar a paso lento, a diferencia de la que tuve con el castaño. Tanto la rubia como el pelinegro tenían miedo de formalizar, no conocía las razones de él, sin embargo, las de ella eran nada más y nada menos que por su hermano. Ninguna de nosotras podía descubrir el porqué del comportamiento de John, era como si se negara a aceptar a Mike, como si algo supiera, como si tuviera un mal presentimiento.

La semana pasada fue la primera vez que la parejita se tomó de las manos en público y se podía ver la palidez y el nerviosismo en la cara del chico, algo que nos hizo reír tanto a Matt como a mí, ya que éramos los únicos enterados de su romance oculto.

Tener a Matt nuevamente en mi vida me alegraba, me llenaba ese vacío que se instaló en lo más profundo de mi pecho el día en que lo nuestro acabó. Tenerlo cerca de mí y poder seguir compartiendo momentos con él me hacía feliz. Me encantaba verlo sonreír, aunque no sea siempre conmigo. No había sido consiente de cuanto me gustaba hasta que lo dejé ir.

Siempre has sido túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora