Capítulo 43

4K 251 9
                                    

Antes de llegar a casa di unas vueltas con el auto, todavía no me sentía listo para regresar al frío y solitario lugar en el que vivía. Pero de todas formas tuve que regresar, ya que si no lo hacía sabía dónde terminaría, y me había prometido a mi mismo dejar eso en el pasado. Antes de bajar del auto terminé el tercer cigarrillo que había fumado desde que había abandonado el hospital, tiré el filtro usado por la ventanilla y suspiré mientras el humo escapaba de mi boca.

Ya tenía planeada mi noche, unas botellas de cerveza y unas cuantas cajas de cigarro serían mis nocturnos acompañantes. Prefería eso a volver aquel sitio donde realmente podía descargarme, pero sería volver a caer, y estaba decidido a olvidarlo, o por lo menos a intentarlo.

Al abrir la puerta principal de mi casa, algo llamó mi atención haciéndome olvidar la velada que tenía planeada, las luces estaban prendidas. Fruncí mi ceño y haciendo el mayor silencio posible, entré y cerré con cuidado la puerta detrás de mí. Con pasos precisos me acerqué al living de donde provenían un par de voces.

–¿Mamá?, ¿Papá?– Pregunté desconcertado al verlos, no me esperaba que ellos llegaran durante esta época del año o simplemente, este año.

–¡Matt!– Pronunció mi madre mientras se acercaba a mí con los brazos abiertos.

–¿Se puede saber dónde estabas a estas horas, jovencito?– Interrogó mi padre en cuanto sus ojos me vieron. Elevé una ceja ante su inusual preocupación. En todos estos años nunca fueron capaces de llamarme más de cinco veces al año para saber si seguía con vida. ¿Y ahora se preocupaba? Él rio –Es broma hijo. Pero la verdad es que, si nos hemos preocupado, te llamamos toda la tarde y tú nunca contestaste– Comentó mientras abría una de las que hoy serían mis compañeras –¿Se puede saber por qué?

Mientras que mi progenitora me abrazaba saqué mi teléfono del bolsillo y comprobé que sus palabras eran ciertas, tenía llamadas perdidas y mensajes de ellos –Lo lamento, no lo he escuchado– Me defendí –Eh... estaba...– Tartamudeé buscando alguna mentira que decirles. No quería que se enteraran de Natalia, no con la noticia que ellos me habían dado –Estuve con Zac– Solté.

Mis padres sonrieron complacidos con mi media mentira, después de todo sí había estado con él por lo que no se lo puede considerar como una total mentira, ¿Cierto?

–Me alegro que te hayas arreglado con él, es un buen chico y después de la tragedia de sus padres de seguro te necesitaba hijo– Acotó mi padre empinando la botella en sus labios para dejar fluir el amarillento líquido. Asentí y sonreí –¿Por qué no lo invitas mañana a comer con la familia?

Digerí la última palabra que sus labios formularon con fastidio, no éramos una familia, o por lo menos yo no era parte de ella –¿Qué hacen ustedes aquí?– No pude evitar preguntar pasando por alto el crujir de mí ser.

–Queríamos tomarnos unas vacaciones, pasar tiempo contigo antes que te vayas a...–

Interrumpí su falso discurso esbozando una sarcástica sonrisa –Lo lamento, pero llegaron dieciocho años tarde, mamá.

–Matt, no seas duro con tu madre– La mirada de papá sobre mi hervía mi sangre. Odiaba que la defendiera cuando sabía que yo tenía razón.

–Querido, sé que no pasamos mucho tiempo contigo, pero, dentro de un tiempo serás todo un hombre... Que digo en un tiempo, ya eres un hombre, ¡Mírate!– Una sonrisa en el rostro de mamá destensó mi cuerpo.

–Hijo, aunque no lo creas, nosotros te amamos y queremos lo mejor para ti– Dijo mi padre acercándose a mí.

Mi necesidad de afecto familiar era tan grande que quería creer en sus palabras, pero no podía mentirme a mí mismo.

Siempre has sido túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora