Capítulo 53

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—¿Crees que le gustará?— Pregunté indecisa observando el plateado objeto sobre mis manos como lo venía haciendo hace diez minutos.

La melliza había sugerido la idea de que le regalase algo a Matt, después de todo lo que había hecho por mí y mi familia. Nada extravagante, algo sencillo, un detalle. Tenía razón, él se lo merecía y yo se lo debía. Estuve casi dos semanas buscando el regalo perfecto para el castaño, pero nada que se me ocurría, llamaría su atención. El hijo de Alexander Bolton podía tener todo lo que quisiera, y no me alcanzaba el dinero para obsequiarle algo correspondiente a su estatus.

Después de un golpe en mi cabeza ocasionado por mi amiga tras mis sinceras palabras, me propuso venir a este lugar. Era una joyería de calidad, pero, los dueños habían sido cercanos amigos del padre de los mellizos, por lo que nos regalaron un notorio descuento.

—Ya te he dicho que es bonito, además, tu chico es bastante cursi, no importa que le regales, le gustará de todas formas— Respondió la rubia riendo.

Fruncí mi ceño divertida y me dirigí a la caja, Cata no tardó en seguirme el paso —No es cursi— Lo defendí —Es romántico.

—Seguro— Soltó poniendo los ojos en blanco.

Aun riendo negué con la cabeza, apoyé el futuro regalo para Matt sobre el mostrador y lo miré decidida —¿Algo más, señoritas?— Cuestionó la recepcionista.

—No, gracias— Concluí satisfecha, pero la voz de mi amiga me contradijo.

—Sí— Dándome una mirada rápida, continuó —Quisiera grabarlo.

La joven mujer rio —Claro, ¿Qué les gustaría grabar?

Catalina enfocó nuevamente su vista en mí y arqueó una ceja —¿Qué es lo que le habías dicho cuando se reconciliaron?

—¿De qué hablas?

—Lo tengo— Sonrió de manera victoriosa y volteó a la vendedora.

Quince minutos después la mujer estaba devuelta con el grisáceo regalo —¿Les gusta?

Tomé el reluciente accesorio con cuidado, el material estaba caliente debido al calor que recientemente había sido sometido. Acaricié las grabadas letras, sonreí al leer lo que ellas formaban —Está perfecto— Contesté.

[...]

El frío poco a poco desaparecía, el fresco viento soplaba únicamente por las mañanas recibiendo al sol y por las noches acompañando a la luna. El invierno estaba terminando, y con él, las clases.

—Ahí está— Solté y señalé el camino en cuanto visualicé al padre de mi novio sentado en la tercera fila de sillas.

Con Catalina nos acercamos hasta él, como cada vez que lo veía fuera de su hogar, su cuerpo estaba revestido por un impecable traje. Su cabeza giró en nuestra dirección en cuanto notó nuestra presencia.

—Natalia— Me nombró, acompañando a sus palabras una sonrisa se implantaba sobre sus labios —Estás bellísima— Sentenció mirándome de arriba abajo.

—Gracias Alex— Pasé un mechón de pelo tras mi oreja al sentir mis mejillas calentarse.

Un delicado vestido color crema y mi cazadora negra era todo lo que llevaba puesto, había alisado mi cabello por lo que decidí dejarlo suelto.

Un carraspeó de la rubia llamó nuestra atención —Alex, ella es Catalina, mi mejor amiga— Presenté a la melliza.

En cuestión de segundos el mayor había tomado su mano—Un placer.

Siempre has sido túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora