Capítulo 19

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—Tengo... Tengo que ir a hablar con él— Tartamudeé separándome de Matt.

—No creo que sea una buena idea, Natalia— Comentó sin apartar sus brazos de mi cuerpo —Tú fuiste testigo de cómo se puso, no pienso correr el riesgo de que te lastime— Sus ojos verdes miraron fijamente los míos mientras que lentamente se volvían opacos —Y tampoco estoy dispuesto a devolverle el favor que hace unos años me hizo— Un escalofrío me recorrió ante su última oración.

—¡Pero está solo, Matt!— Levanté sin querer la voz y usando un poco de fuerza, me liberé de su agarre —Está enojado, triste, angustiado, asustado...— Negando, miró a un costado —Y tú más que nadie deberías ser quien vaya a consolarlo.

Sus pupilas observaron las mías y podía ver en ellas que seguía analizando mis palabras.

Obviando que no iría tras él, reí sin humor.

—Creí que era tu hermano y siempre estarías para apoyarlo— Mirándolo de arriba abajo, giré y a paso rápido seguí las huellas de Zac.

[...]

—Te encontré— Dije con alegría al verlo sentado a la orilla del océano, a unos metros de donde estábamos.

Su cabeza giró y viéndome por encima de su hombro, me regaló una débil sonrisa. Suspirando, me senté a su lado y acomodé los mechones de cabello que volaban gracias a la brisa con olor a mar.

—No deberías estar acá, bonita— Rompió el silencio y mi mirada recorrió su rostro.

—¿Por qué lo dices?

—Matt es un buen chico, Natalia. El más bueno que conozco de echo— Explicó viendo dentro de mis iris —No le hagas esto, él no se lo merece. No lo lastimes así, mucho menos por mí.

—Pero tú eres mi amigo, Zac— Contesté con mi gesto arrugado —Y no quiero, ni pienso dejarte solo— Después de resoplar con diversión, relamió sus labios.

—Hablas con ironía, bonita. A él sí lo dejaste solo— Una helada corriente eléctrica danzó por todo lo largo de mi espalda —¿Tengo razón?

Cerrando mis ojos, dejé caer mi cabeza y seguidamente, me oculté el rostro entre mis manos.

Zac tenía razón, por salir corriendo detrás de él, de alguien que no estaba segura siquiera era un verdadero amigo, y a cambio, había abandonado egoístamente a Matt, quién no hacía más que pensar en mí.

Reí nerviosa y avergonzada ante mi estupidez y me golpeé la frente con la palma de mi mano, ocasionando que la risa del oji-amarillo esta vez sonara un poco más sincera.

—¿Te divierte mi desgracia?— Pregunté sonriendo mientras lo miraba de reojo por encima de mi hombro.

—No. En realidad no. Jamás me reiría de tal cosa— Frunció sus labios —Lo que me divierte es lo que haces por mí, bonita.

Volví mi vista al oscuro oleaje del mar y cerré mis ojos tratando de no pensar en el sudor que recorría mi nuca. No entendía porque las cosas que decía tenían tanta repercusión en mí. Y sabía muy bien que sentirlo estaba mal.

Tomé aire y calmando las involuntarias reacciones de mi cuerpo, me pegué las rodillas al pecho e instantáneamente las abracé.

—¿Cómo te sientes?— Consulté apoyando mi cien izquierda sobre la piel de mis rótulas.

—Supongo que mejor. Aunque te confieso que no estaba preparado para ver eso— Sus orbes estaban perdidos en la terrible cortada de su mano —Creo que, si no hubiese sido por tu reacción, las cosas habrían acabado diferente.

Siempre has sido túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora