Capítulo 27

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La primera película fue cómica, por suerte, me ayudó a distraerme y hasta consiguió hacerme reír. El protagonista se parecía bastante a Zac y eso aumentaba lo divertido en ella. Sin mentir, en varias ocasiones volteé a ver a Matt y la mayoría de las veces, él estaba riéndose, completamente sumergido en la humorística trama.

En cuanto los créditos aparecieron, un poco de la fuerte tensión que antes habitaba entre nosotros, ya casi era nula. Junto con Zac y Catalina, el mariscal se puso de pie y siguió a mis dos mejores amigos a la cocina en tanto se prendía un cigarro. Por otro lado, Mike aprovechó el receso para ir al baño, dejándome a solas con la nueva chica de mi ex.

Suspirando ante la incomodidad, acomodé la manta que estaba compartiendo con el oji-amarillo y recosté la cabeza sobre el borde del sofá atrás mío.

—Natalia— La voz de Jazmín me obligó a verla. Jamás había hablado con ella. Enfocando Mis retinas en las suyas, le demostré mi atención —Escucha, sé que esto puede sonarte raro, pero necesito de tu ayuda— Sus luceros brillaron y enarqué una ceja —Mañana cumplimos un mes con Matt, y como tú y él salieron hace un tiempo, esperaba que pudieras ayudarme a elegir un obsequio que ame. Realmente quiero sorprenderlo— Emocionada, mordió su sonrisa de enamorada.

Mi ceño se frunció ante la sorpresa de sus palabras y no tardé en percibir a los celos queriendo jugarme una mala pasada. Las ganas de hacerle saber lo que Zac me había confesado esta misma tarde, que ella no era más que una simple pantalla, me tentaron, sin embargo, reprimí todo impulso de idiotez, herirla no me beneficiaría en nada. Relamiéndome los labios, sonreí falsamente.

—Regálale algo de color amarillo. Es uno de sus colores favoritos— Mentí.

Matt odia el color amarillo.

Sinceramente, no tenía la más mínima intención de jugar con ella, de usarla como el pararrayos de mi frustración, pero no podía evitarlo. La engañosa información que le di simplemente había escapado de mi boca, haciéndole caso omiso a mi moral.

—Genial— Chilló eufórica —Gracias.

Esbocé una precoz y ladeada sonrisa. En cuanto regresó a su posición, resoplé divertida ante la inmadurez que había hecho y negando con la cabeza, me removí en mi lugar mientras esperaba el regreso de los chicos. El mariscal y su defensor fueron los primeros en volver, y casi en sincronía, Zac y Cata también lo hicieron.

—Es un pote por pareja— Aclaró la melliza con un blanco envase de poliestireno entre sus manos.

Procurando no llevarse por delante las piernas de nadie, Zac caminó hasta mí y bruscamente se dejó caer a mi lado. Semi acostado y apoyándose sobre su codo izquierdo, le dio la espalda a los demás mientras se llevaba una cucharada de helado de limón a la boca.

Después de hacer una cara orgásmica al degustar el fuerte sabor y hacerme reír, enterró el plateado cubierto en el congelado postre.

—Ten— Balbuceó intentando que nada se le callera de la boca y extendiéndome el pote.

—Limón y menta granizada— Arqueé una ceja devolviéndoselo —Paso de comer pasta de dientes, gracias. Diu— Hice una mueca de asco y él se echó a reír.

—¿En serio?— Cuestionó divertido mientras seguía degustando el helado —¿Y ahora?— No se me hizo difícil deducir que algo tramaba.

—¿Por qué sospecho de ti, vampiro?— Susurré entrecerrando los ojos y no se esforzó por retener la carcajada que le había producido mis palabras.

—Disculpen— La voz de Jazmín nos interrumpió. La miré por encima de la cabeza de mi amigo en tanto éste solo echaba su cuello para atrás —¿Podríamos cambiar de potes?

Siempre has sido túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora