Con la boca de la botella pegada a la mía, busqué a mi mejor amiga con la vista. No tardé en encontrarla cerca del improvisado estacionamiento manteniendo una de sus típicas peleas con John. Aunque no podía escucharla, por los exagerados movimientos que hacía con sus brazos supe inmediatamente que estaba regañándolo. Por su parte, el mellizo se mantenía cruzado de brazos con los ojos cerrados y su gesto arrugado, harto de que Catalina le montara una escena cada vez que compartían una fiesta.
—¿Qué le pasa a la barbie?—Interrogó mi amigo a centímetros de mi oído, provocándome un escalofrío —¿Por qué le grita al chico?
—Es su hermano, John. Lo habrá atrapado drogándose.
—¿Drogándose?— Frunció su ceño.
—Fumando marihuana...
Zac rio, como la acción de John fuera inocente y tras darle un sorbo a su cerveza, entrecerró los sus ojos para tener una mejor definición de los mellizos.
—Dile que no le haga problema por eso— Mirándolo por el rabillo de ojo, arqueé una ceja —Podría ingerir cosas peores que esa. Y créeme, la marihuana es la droga más sutil que él podría consumir. Que se quede tranquila, si es lo único que se mete no le pasará nada malo.
—¿Y tú como sabes eso?
Esperando a que me revelara parte de su pasado, enfoqué mi mirada en la suya. Vacilándome, sonrió y atrapó la colilla de un cigarro con sus labios.
—Mi padre era policía. Sé bastante sobre droga, bonita. Y con solo verlo, sé que él también— Quemando el tabaco sobrante, le dio la primera pitada —La rubia tiene que confiar en su hermano. Está limpio. Sin embargo, como lo siga hostigando, las cosas podrían empeorar.
Sin saber que contestar o como reaccionar ante sus palabras, las cuales contenían un destellante dolor y un claro peso, me quedé callada y me dediqué a ingerir mi bebida en silencio.
Mis pupilas pasaron por los rostros de todos los presentes y a pocos pasos de nosotros, se toparon con la perfecta anatomía de mi chico. Esbocé una sonrisa al encontrarlo riendo y relatando lo que suponía era una anécdota de algún partido, ya que simulaba tener un balón bajo el brazo. Como si mi mirada hubiese tenido peso, él giró y en cuanto me vio, me guiñó uno de sus verdosos orbes.
—Eso sí es nuevo...— Soltó sonriendo el pelinegro a mi lado —Increíblemente, nos vio juntos y no vino a matarme, solo me dedicó una hermosa mirada asesina— Bromeó.
—Lo estoy tratando de convencer de...— Darte otra oportunidad —...Que no eres tan malo— Respondí, tragándome lo que verdaderamente quería decir.
Zac sonrió frunciendo sus labios hacia abajo y le dio una fuerte calada al cigarrillo entre sus dedos.
—En otras palabras... Lo tienes bien enamorado, bonita— Comentó incrustando sus iris en los míos mientras sonreía de lado.
Mordiéndome la esquina de mi labio inferior, medité internamente si sería buen momento para insinuarle que hable con él e intenten arreglar sus problemas y dejar el pasado donde debería estar, atrás.
—Zac...— Susurré insegura.
—Bonita...— Contestó sin que las comisuras de sus labios descendieran.
Tomé aire y pellizcando el interior de mis mejillas con los dientes, acomodé un mechón de pelo detrás de mi oreja.
—Tú quieres volver a ser amigo de Matt ¿Cierto?
Cuando mis ojos dieron con su rostro, una horrible sensación se adueñó de mi cuerpo. Pareció como si mis palabras hubiesen tenido el poder de desatar el mismísimo infierno en lo amarillo de su mirada.
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Siempre has sido tú
Teen FictionTres vidas se cruzan, dos de ellas arrastran un latente pasado en común, la tercera es la llave que las conecta. Un amor inquebrantable ante cualquier circunstancia. Un hombre que sabe amar, en todas sus formas. Un amigo, no tan nuevo, que vuelve...