—¿Dónde está mi madre?
Eso es lo primero que salió de mi boca. Cuando había despertado sentí su ausencia en la casa y la ansiedad me embargó. Estaba en la habitación de mi abuela, viéndola guardar ropa en su baúl de viaje.
Fruncí el ceño.
Sus manos se detuvieron y levantó su rostro hacia mí, su cabello balanceándose con el movimiento.
—Tu madre se fue, cariño —dijo—. Ambas estaban demasiado disgustadas anoche como para hablar, hizo bien en alejarse un poco, pero no sé qué tanto, voy a buscarla.
Contuve la respiración.
—¿E-está pérdida? —tartamudeé.
—No, no —negó, se acercó a mí y sujeto mis manos con dulzura—. Pero si no voy por ella podría hacerlo.
No comprendía.
—¿Qué quieres decir?
Suspiró, sus ojos mieles miraron en otra dirección, su semblante se endureció.
—Yo sé que hemos cometido errores, pero nadie merece ver lo que tu madre tuvo que presenciar —dudó—. Ella hizo todo lo que pudo, Maureen, lo hizo todo, pero cuando tuvo que escoger...te escogió a ti. Anoche la acusaste como si ella misma hubiera entregado a tu padre a la muerte.
Me horroricé, porque era verdad. Había estado tan sumergida dentro del huracán, ni siquiera recordaba la mitad de las cosas que dije, solo podía recordarlas a ellas diciéndome que mamá había visto morir a mi padre. Todo dejó de tener sentido para mí. Todo. En mi cabeza había habido una explosión, todavía podía escuchar los ecos, todavía sentía los escombros. Yo había visto a mi padre vivo en mis visiones y lo que ellas me revelaron fue como si hubiesen tirado un peñón a mi ilusión de cristal.
Y me rompí en miles de pedazos, pedazos filosos que no me importó sacudir para dañar.
Dioses santos, ¿en qué me estaba convirtiendo? ¿Qué estaba tan dañado en mí como para que no me importara hablarle de forma tan despiadada a mi madre?
—Yo vi a mi padre... —balbuceé sin fuerza, mirando a mi abuela con desesperación—. En mis visiones, la magia no miente. Te lo juro.
Apretó sus labios soltándome.
—¿Y cómo obtuviste esas visiones, Maureen? ¿Vinieron a ti por si solas?
—Yo...
No me dejó terminar.
—Cruzaste la línea para obtenerlas —acusó—. Y de ese lado la magia mente, engaña y lastima. El dios te dejó hizo ver lo que querías, alimentándose de tu mayor deseo.
Quería objetar, pero no podía, era cierto. Pude haber sido engañada, pero había querido tanto que mi padre estuviera vivo que solo creí, creí en lo que veía, lo creí en que tendría la posibilidad de volver a encontrarlo. Que podría tenerlo de vuelta.
Odiaba tanto esto, que las palabras me fallaran por el nudo en la garganta, que la fuerza me abandonara. Había estado tan cegada. Era una idiota. Me había sentido lo suficientemente capaz para cruzar la línea y todavía era una niña estúpida. Olvidé por conveniencia todas las advertencias de los libros y terminé siendo manipulada.
Me sentía abatida, derrotada, no podía más y ahora no tenía a mi madre, la había apartado yo misma de mí.
—Todos cometemos errores, Maureen —murmuró mi abuela.
—Sí, pero parece que quiero cometerlos todos —lloré.
Papá estaba muerto. Mi madre se había ido. Y yo...yo era una persona terrible.
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La bruja y los lobos
Werewolf"Era magnifica. Perfecta. Perfecta. Perfecta. La voz en mi cabeza no se callaba, seguía gritándolo y lo supe, supe lo que era para mí, supe lo que éramos. Ella ya se había ido, pero yo me quedé en el suelo, me miraba a mí mismo, tan delgado que los...