La gran ceremonia

13.6K 1.4K 132
                                    

—¡Oh dioses, mira ese vestido!

Ivy observaba con adoración el vestido que mi madre me había obsequiado por mi cumpleaños.

—Fue hecho por brujos —sonreí—. Me parece correcto llevarlo hoy.

Porque tenía que presentarme a esa fiesta de lobos y quería que sintieran mi presencia. Ellos me señalaban como "la bruja", pues bien, era una bruja y no iba a renunciar a mis raíces por su aceptación. Nunca.

Era magia, vida, muerte y eternidad.

Y de eso uno no podía sentirse avergonzado.

El rostro de Ivy se ensombreció.

—Preferiría no ir, Maureen —suspiró.

—Lo sé. Pero todos debemos asistir. Si te has criado con mágicos, sabes lo importantes que son este tipo de ceremonias —dije, acomodando las mangas delgadas de su vestido rojo.

Era un vestido de mi madre, le quedaba precioso, resaltaba toda su belleza. Ivy se había empeñado en llevar un vestido nuestro también, quería insultar a Josh como él la había insultado a ella.

En la mañana un lobo trajo un paquete, me lo entregó sin decir nada, en la tarjeta había instrucciones para que Ivy asistiera a la ceremonia vistiendo lo que había allí. Cuando abrí el paquete me encontré con un vestido...grande, vaporoso y modesto. Las telas eran preciosas y extravagantes, pero el diseño estaba hecho para vestir a una mujer lobo, con sus costumbres y enseñanzas.

Ivy no había sido criada por una manada, ella podía ser humana, pero había crecido rodeada de brujas y sus propias costumbres.

Obligarla a vestirse como una de ellos era un insulto.

Nos hizo enfurecer a ambas y me incentivó a buscar algo para ella, algo que haría que la sangre de Josh hirviera. El vestido era ligero, tenía mangas delgadas que sostenían un escote de corazón que se ajustaba a todo su torso, la falda era larga y tenía una abertura en la pierna que dejaba a la vista su piel inmaculada.

Iba a matarlo cuando lo viera, imaginármelo me hacía sonreír.

—Lo sé —bufó ella—. Anhelo ver su rostro cuando me vea en este vestido, aunque estoy un poco nerviosa.

—No debes tener miedo.

—Voy a intentarlo —sacudió sus hombros—. Él no va a intimidarme más.

Coloqué una corona de flores sobre su rubia cabeza.

—Estaré contigo —le recordé con dulzura—. Y tendremos coronas iguales.

—Insisto en que debería recoger mi cabello —hizo una mueca.

Negué apartando sus manos

—Todas las lobas allí tendrán recogidos extravagantes —avisé—. En cambio, tú lucirás esa impresionante cascada de oro. Vas a despertar la envidia de muchos.

—Eres malvada, Maureen —me acusó con burla—. No quiero despertar la envidia de nadie.

—Es inevitable, eres preciosa.

Subió sus manos a mi cabello recogido y acomodó mi propia corona.

—Gracias, tú también eres preciosa y estoy segura de que serás tú que despertará la envidia de muchos.

Rodé mis ojos.

No estaba interesada en provocar nada en esas personas, lo único que quería era que vieran que su preciosa reina era la criatura más hermosa y prístina de toda la manada. Quería que se dieran cuenta de que esta niña no solo tenía el físico de una diosa, sino que también poseía un alma tan limpia y brillante que haría a cualquier devoto sentir sucio.

La bruja y los lobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora