Sangre

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La luna llegó rápido y con ella los guerreros dispuestos a descansar unas pocas horas y llenar sus estómagos. Peter se tuvo que ir dos horas después de que le confesara que lo amaba, él no actuó extraño ni incomodo, él me sonrió y me dijo: —"Lo sé, mi corazón. Yo también te amo". Se aferró a mi cuerpo con fuerza y me besó repetidas veces antes de que regresáramos a la torre. Allí lo hice beber varios frascos de fuerza y protección, además de su comida obligatoria.

Cuando volvió a partir sentí como una parte de mi corazón se iba con él.

Varios grupos habían venido e ido. Justo en este momento, el grupo que estaba llegando era el del alfa y el beta. Ivy no ocultó su alivio y entusiasmo, tampoco su vergüenza cuando lo primero que hizo Josh fue buscarla.

Mis ojos buscaron unos azules y cuando Abel me miró de regreso, sabía que ambos nos estábamos revisando. Fijándonos en que no hubiera heridas ni nada fuera de lugar. Mi corazón se apretó cuando sentí su alivio, pero al final rompió el contacto visual y se marchó.

—¿Te dijeron qué quieren? —le pregunté a Josh, sin importarme en interrumpir su momento con Ivy.

Las líneas cansadas en su rostro me dejaron conocer la tensión que debía estar experimentando.

—No, no nos han dado la cara desde que hablé con ellos. Sé que no van a ceder fácilmente, esos bastardos son narcisistas y orgullosos primero que chupasangres —gruñó—. Pero de algo estoy seguro, tienen una protección mágica, creo que están usando rocas de un día —reveló. Las rocas de un día eran pequeños trozos de roca blanca que si eran utilizados por un día entero, te hacían imperceptible para aquellos con magia, ocultaban tu olor y te unificaban con el entorno—. Esto no será fácil, no van a irse sin conseguir lo que quieren.

Lo que me temía.

—¿Quieres decir que no existe posibilidad alguna de que te digan lo que buscan? —cuestioné.

Josh no me respondió de inmediato.

—Están reacios a la idea, pero todavía no he hablado con su líder.

El líder de un aquelarre de vampiros. Un inmortal.

Quería hacerle más preguntas a Josh, pero Joseph lo llamó. Cuando Josh se retiró se llevó a Ivy con él, dejándome sola. Pensando.

¿Por qué su líder no se había presentado todavía?

Josh tenía razón en algo y era en que los vampiros eran primero narcisistas y orgullosos antes que chupasangres. Amaban que los idolatraran y temieran.

¿Qué pasaba con este líder?

¿Sería tan conocido en el mundo que ya no le interesaba mostrarse o pasaba tan desapercibido que prefería seguir manteniendo su identidad oculta?

—Puedo oír los engranajes desde aquí —levanté mi mirada ante esa voz—. Solo quería darte un mensaje de tu madre —Abel se había recogido el cabello y lavado su cara, tenía la misma expresión cansada que Josh—. Ellas están escondidas en el bosque, y permanecerán de esa forma hasta que sea necesaria su ayuda.

Cuando se dio la vuelta para marcharse alcancé su brazo.

—Habla conmigo, Abel.

Me dolía que me tratara de esta forma.

—Ya he dicho todo lo que tenía que decir.

—Pero yo no —hice que se diera la vuelta, no me importó quien estuviera olisqueando en nuestra dirección, todo lo que me importaba era que él supiera—. Te amo, Abel. No lo hago de la forma en la que tú lo haces, pero eso no cambia lo que yo siento —cuando busqué su mano y él no escapó de mi contacto tuve esperanza—. Eres mi mejor amigo, siempre lo has sido. No puedo perderte —sus ojos fueron hacia nuestras manos unidas—. Perdóname por no corresponder tus sentimientos, pero los dioses saben que no soy la indicada para ti de esa forma —coloqué mi mano temblorosa sobre su corazón y lo sentí latir con fuerza—. En algún lugar está la mitad de este corazón salvaje, la correcta y lo sabes. Ella vendrá a ti cuando sea el momento.

La bruja y los lobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora