Resultaba difícil dejar de temblar, no entendía lo que pasa, era como si siguiera dormida. Había estado soñando, bailaba alrededor del fuego y escuchaba a los dioses alabarme, pero entonces el humo había comenzado a ahogarme, me quemaba la garganta. Fui despertada por mi abuela, ella me puso de pie, no dijo nada, solo tomó algunas cosas y corrimos. No vi a mi abuelo ni a mi padre, pero mamá nos encontró en el bosque, ella llevaba otras cosas, no había dicho nada, veía como el fuego consumía mi casa y el bosque se llenaba de gritos espantados.
Había escuchado historias, sobre un hombre malo que lanzaba brujos en hogueras. Mi madre decía que él no entendía lo que éramos, que tenía miedo.
A aquellos con magia en las venas deberéis cazar...No tenía idea si se trataba de él, pero yo también tenía miedo y lanzar personas en hogueras me seguía pareciendo un acto monstruoso.
Mi piel estaba endurecida por el frío, el carruaje que nos llevaba era viejo, tenía las ventanas rotas y varios agujeros en la madera. Las mantas que cubrían mi cuerpo no eran suficientes para proteger mi pequeño y delgado cuerpo. Era tan delgada, papá solía decir que a pesar de todo lo que comía seguía siendo toda codos y rodillas.
Busqué a mi madre, ella tenía los labios fruncidos y cerraba sus ojos cada vez que el carruaje brincaba, estaba asustada y pálida como la nieve que manchaba el suelo. Cuando se percató de mi atención intentó sonreírme, quería protegerme de la verdad, pero yo ya la sabía.
Estábamos vulnerables, expuestas y huyendo.
Quería a mi padre, necesitaba abrazarlo y que mi abuelo sostuviera mis manos, ellos no estaban, los habíamos dejado y yo ni siquiera había podido verlos. Sollocé de absoluto terror y dolor, mis lágrimas caían calientes por mi helado rostro. Me sobresalté al sentir una mano tibia rozar mi mejilla, era mi abuela.
—No llores, Mau —mis dientes castañeaban—, ¿Tienes frío? —asentí incapaz de hablar, mi abuela llevó su mirada hasta la nuca de quien guiaba a los caballos para luego chocar sus ojos conmigo—. Recuerdas lo que te enseñe ¿verdad?
Negué, porque ella me enseñaba mucho todo el tiempo, no podía recordar nada en específico.
—Fuego —susurró en mi oído—. Extiende tu mano —ordenó. Hice lo que me pedía, dejé mi palma expuesta frente a nosotras, tenía la palma y la punta de los dedos enrojecida—. Piensa en solo eso que quieres y lo tendrás —cerré mis ojos—. Todo lo natural responderá ante ti, nosotros los moldeamos, nuestra magia los adiestra.
Un escalofríos me recorrió la espalda, sentía la familiar corriente espesa desplazarse hacia un punto en particular, mi mano.
"Sentirás arder tu sangre
Cuando magia haya en ella
Espesa es su voluntad.
Hija del bosque,
Tu alma va a chispear
Cuando llegue el final".
—Imagínalo bien, piensa en su forma, su color... —su voz era tranquila.
Recordé el fuego en mi sueño, con sus majestuosas llamas anaranjadas.
—Abre los ojos, Maureen.
Obedecí.
Allí estaba, justo saliendo de mis dedos, mis uñas tan negras como la oscuridad brillaban iluminadas por su luz. Tuve que morderme el labio con fuerza para no chillar o hacer algún sonido que llamara la atención. Tenía pequeñas llamas, me calentaban la mano entera, pero no me quemaban, no como lo había hecho el fuego que consumía mi hogar.
![](https://img.wattpad.com/cover/89424896-288-k689488.jpg)
ESTÁS LEYENDO
La bruja y los lobos
Hombres Lobo"Era magnifica. Perfecta. Perfecta. Perfecta. La voz en mi cabeza no se callaba, seguía gritándolo y lo supe, supe lo que era para mí, supe lo que éramos. Ella ya se había ido, pero yo me quedé en el suelo, me miraba a mí mismo, tan delgado que los...