El Señor Leigh

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"Evening Rowell"
08 de octubre del 2016.

Evening condujo hacia un estacionamiento subterráneo con luz tétrica y enfermiza de un café cuyo exterior no pude ver con claridad. Fue relativamente fácil encontrar un lugar vacío porque afuera hacía mucho calor, tal vez 25 o 24 grados. A la mayoría de las personas les apetecía más un rico helado que un tibio café a las 6 de la tarde.

Evening giró la llave negra del Jeep para arrancarla y salió dando un estruendoso portazo. Era tan infantil, inmadura. Se comportaba como si yo tuviera la culpa, ¡ella era la que se besuqueaba con cualquiera! ¿Cómo pudo?

Rodé los ojos antes de abrir la puerta, no era yo la que tenía que dar una explicación, no tenía por qué rogarle, sin embargo ahí estaba yo, siguiéndola, más corriendo que caminando.

Evening entró al establecimiento pintado de verde y entonces lo reconocí de inmediato, ella soltó la pesada puerta de vidrio justo cuando yo iba a entrar pero la sostuve antes de que me golpeara en la nariz, estaba mejorando mis reflejos desde que vivía con ella. Un hombre de suéter marrón y pantalones color caquí salió y me abrió la puerta haciendo un hueco para que yo pudiera pasar, le agradecí tímidamente aunque no contestó e ingresé buscando entre los pocos comensales a una mujer de un metro con setenta y cinco de estatura. Tendría que ser fácil y lo fue, la encontré en la mesa para dos más escondida, al fondo, haciendo un hueco con sus palmas, como si buscara a alguien pero el sol le lastimase la vista, sólo que miraba hacia abajo sin buscar a nadie en particular.

Dentro del café hacía frío pues un enorme aire acondicionado estaba incrustado en el techo para que sus contados clientes sintieran las ganas imperiosas de conservar la temperatura exterior tomándo una gran taza de café de chocolate. Excelente estrategia de ventas.

Me senté en una mesa diferente, sola, unos cuantos metros antes que Evening, implorando porque no me hubiera visto. Sin embargo podía observarla sin mucha dificultad.

Un mesero con su delantal café y camisa de polo verde con unos granos de café bordados en el lado derecho del pecho se le acercó a Evening y ella le dio una orden con sequedad y de mala gana. El pobre chico obedeció quitando su enorme sonrisa del rostro pálido.

Me quedé mirando a Evening un rato hasta que noté que una joven camarera, tal vez una estudiante que necesitaba un poco de pasta trabajando turnos en un café como ese porque no era más de 2 años mayor que yo, me estaba llamando parada a mi lado con el mismo vestuario que el amable chico, sólo que esa mesera no parecía haber tenido el mejor día, ya éramos dos.

—Chica, si quieres algo de tomar pídelo rápido —me apuró la joven de piel oscura y cabello rizado—. No tengo todo el día.

—Am, sí. Em... —miré a Evening, tenía la cara entre sus manos todavía—, lo mismo que pidió aquella mujer.

"Marie", como rezaba la placa plateada sobre su pecho miró a Evening por encima de su hombro agitando sus rizos oscuros con decoloración amarillo orina en algunos mechones, se encogió de hombros, resignada.

—Como quieras —dio la vuelta y se fue anotando en su libreta algunos garabatos aunque no le había pedido nada en realidad.

Necesitaba una explicación de parte de Evening, algo, ¿o es que acaso eso era normal? ¿Debía acostumbrarme a que mi madre fuera tan fácil?

Mi teléfono vibró sobre la mesa haciendo que me estremeciera del susto. Era sólo un mensaje sin motivo importante, pero me dio una idea. Tenía que funcionar, era mi último recurso.

Marie llegó con mi café, le dije que lo pusiera a la cuenta de la mujer de los ojos azules unas mesas más allá y antes de que pudiera refutarme salí corriendo a las escaleras que conducían al segundo piso.

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