La Víspera Del Arrepentimiento

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"Evening  Crow"
26 de febrero del 2017.

Every rose has its thorm —cantaba abrazaba a mi toalla de baño—. Just like every night has its dawn.

—¡Evening! —tras el grito de Eve le subí el volúmen a la canción que salía de las bocinas de mi celular y seguí tarareando fuerte y desentonada para ignorarla.

Like every cowboy —antes de poder seguir con el verso Eve irrumpió en mi habitación—. ¿Qué quieres, Eve? —pregunté fastidiada cuando ella apagó mi celular.

—¿Qué quiero? ¿Hablas en serio? ¿Ya viste la hora?

—¿Hiciste tres preguntas distintas en una misma oración? En serio tienes que sacar un poco tu cabeza al aire fresco de vez en cuando.

—Evening, basta —me regañó—. Necesito que te vistas, llevas media hora cantando canciones de Poison sólo con la toalla enredada al cuerpo. Tú fuiste quien invitó a Sam repentinamente a ir a comer, faltan menos de 10 minutos para que esté aquí y ni siquiera te has puesto el sostén.

—¿Quién te dijo que iba a usar sostén? —me di la vuelta, Eve negó con la cabeza y con una cara de asco abandonó mi habitación.

Me costaba encontrar la ropa entre mi armario desde que la mandábamos puntualmente a la lavandería todos los viernes por la mañana y nos la entregaban limpia y planchada ese mismo día al anochecer. No podía creer que tuviera tantas blusas diferentes, 7 meses atrás usaba el mismo pantalón por tres días consecutivos y las blusas las repetía con frecuencia para no tener que lavar mucho. Busqué por un buen rato algún conjunto que me agradara, finalmente me decidí por una blusa blanca de tela delgada y manga corta que jamás había visto en mi armario, pensé que una falda sería demasiado formal así que en uno de los cajones saqué un pantalón color negro y escogí unas zapatillas del mismo color.

Me vestí rápidamente y me senté en la cama para ponerme los zapatos sin caer.

—¿Me veo bien? —preguntó Eve entrando de nuevo a la habitación y dio una vuelta para mí—. No me convence la blusa.

—Lo que no me convence es tu cara —bromeé.

Me levanté de la cama cuando acabé de abrocharme las zapatillas.

—En realidad todo está bien —admití—. Sólo hay que quitar esto —dije mientras deshacía el apretado moño que tenía puesto como peinado y que parecía rasgarle los ojos. Le cepillé el cabello con los dedos para anudarle una coleta—. Bien, estás más linda que yo por las mañanas y eso no se lo digo a cualquiera.

—Lo tomaré como un cumplido —asintió.

Me dirigía al baño para comenzar a secarme el cabello cuando el timbre de la casa sonó de pronto haciéndonos quedar en shock por un momento.

—¡Baja! —me pidió Eve, aunque sentí que era una orden.

—¿Qué? Yo aún no estoy lista, ni siquiera me he terminado de secar el cabello.

—Pues no me importa, yo no puedo ir a abrir —dijo al mismo tiempo que me jalaba del brazo para hacerme salir de la habitación— pareceré una loca desesperada. Sam va a pensar que estaba ahí a un lado de la puerta esperando a que él tocara para saltar y abrirle.

—¿Y que no era eso lo que estabas haciendo hace 5 minutos?

Ya estábamos en el living en donde mi librero se había fusionado con el de Eve para crear una imponente colección de hojas y tapas de diferentes grosores.

—Pues sí pero eso él no tiene por qué saberlo. Anda, baja, yo aún tengo que limpiar mis zapatos.

Rodé los ojos antes de aceptar, me apresuré para llegar a la puerta porque afuera hacía una aire terrible y Sam se iba a congelar. Cuando abrí me encontré a Sam peleando consigo mismo para ponerse la corbata. No dije nada hasta que intentó jalar el extremo más delgado para finalizar su nudo.

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