CAOS MATUTINO

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"Boregard"
12 de febrero del 2017.

Esa mañana no hubo alarma alguna, como la que siempre sonaba puntualmente a las 7:30 en mi mesita de noche, que me arrancara del sueño, ni autos molestos transitando temprano con música a todo volumen, nada más que silencio puro. Me pregunté si mi alarma habría sonado y sonado por cinco minutos sin que hubiera alguien en casa para detenerla, no me importaba. Me desperté tranquilamente gracias a que por la ventana entreabierta se colaba un rayo de luz matutino que me lastimó los ojos.

Abrí los párpados y cuando intenté mover mi brazo derecho me di cuenta que era imposible, porque Evening estaba recostada sobre él con las sábanas tapándole el cuerpo desnudo.

El corazón me palpitó con fuerza y sonreí tan ampliamente que pensé que me habría desgarrado algún músculo del rostro, aunque si así fuera no me habría importado, porque Evening estaba a mi lado.

Me llevé la mano a la boca para que el sonido de mi risa no la despertara. Las manos me temblaban de miedo así como el resto de mi cuerpo. Tenía que salir a correr, pararme en la ventana y gritar hasta quedarme afónico, la emoción ya no me cabía en el pecho y estaba a punto de hacer que mis costillas se rompieran.

Me giré hacia ella, estaba acurrucada en mi brazo y con el cabello revuelto cayéndole en la mejilla y la nariz.

—¿Cómo puedes ser tan hermosa, carajo? —susurré mientras le quitaba un par de cabellos del rostro y se los ponía tras lo oreja.

Me sentía el hombre más afortunado del mundo en ese jodido instante, con el insipido y débil sol a mi espalda y el frío intenso palideciendo mi piel, pero con ella dormida a mi lado, escuchando su respiración acompasada, tranquila.

Recordar los suspiros de Evening me provocó locura de nuevo. Sentir sus dedos enredados en mi cabello mientras su espalda se arqueaba había sido tocar el cielo en una noche fría.

Me había quedado dormido yo primero mientras ella me acariciaba los rizos con sus delgadas manos, de la misma forma en que yo hacía con ella en ese momento.

Tenía tantas ganas de que abriera los ojos, quería ver su reacción en el primer momento en que recordara todo, pero tampoco quería que el tiempo avanzara, habría preferido verla así durante horas, semanas, años completos. Me dije que tendría que grabarme esa imagen bien, porque sería uno de mis recuerdos favoritos desde ese momento, de esos que cuando los evocaba eran capaces de hacerme sonreír como idiota.

Evening comenzó a moverse lentamente y retiré mi mano de su rostro.

Ella se volteó un momento aún medio dormida y se enjugó los ojos con su mano hasta que se quedó mirando al techo. Sus ojos parecían más azules con el frío intenso. Suspiró y luego tomó la sábana que le cubría el pecho y miró su desnudez.

—No puede ser —dijo mientras cubría sus ojos y la risa le invadía el rostro.

Dejó caer su brazo a un lado con brusquedad y me miró a los ojos después mientras le devolvía el gesto con la mejor sonrisa que pude ofrecerle.

—Buenos días —susurró con tanta felicidad que pensé que el corazón me explotaría de amor.

—Excelentes, diría yo.

Evening se mordió el labio y asintió antes de volver a reírse. Se acomodó usando mi pecho de almohada, su espalda quedó desnuda, le pasé el brazo alrededor de la cintura y le besé la cabeza. Evening se apretujó contra mí y disfrutamos de la respiración del otro sin decir ninguna palabra, justo como lo habíamos hecho la noche anterior, cuando nuestros cuerpos habían disfrutado tanto del otro que pedían un descanso.

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