"Evening Crow"
23 de diciembre del 2016.—Evening —dijo Eve apresurada entrando a mi cuarto—, Boregard ya llegó.
—Demonios —contesté abotonándome la camisa color azul cielo—. Este hombre necesita unas clases de impuntualidad urgentemente.
—Eres la mejor maestra —ella se colocó su chamarra blanca con girasoles que parecían pintados por niños de kinder en la parte inferior—. Se graduará con honores. —tomó mi maleta del suelo después de sacarse el pelo atrapado bajo su chamarra.
—Necesitaré de mucha paciencia —susurré desenredando mi enmarañado cabello mojado—. Eve, se me olvidó guardar el...
—Cepillo de dientes —asintió colgándose la mochila negra deportiva al hombro—, lo sé. Te tengo cubierta. ¿Qué harías sin mí?
—Dormir, tal vez —sonreí dándole la espalda.
Ella salió de mi habitación mientras la puerta de la casa se abría y Boregard gritaba un escandaloso buenos días. Innecesario porque escuchamos las llantas de su coche rechinar sobre la nieve de la entrada.
—Eve —volví a gritar—, espera, no encuentro mi celular.
—En el segundo cajón de tu tocador —exclamó también en voz alta.
Me paré del suelo en donde me había arrodillado para levantar la sábana y mirar bajo la cama para buscar.
—¿En el de la derecha o la izquierda? —pregunté de nuevo tratando de que mi voz fuera suficientemente alta como para ser escuchada hasta la planta baja.
—Derecha. —contestó desde la sala.
Escuché cómo Louis se ofreció a llevarse las maletas y junto con Eve me anunció que esperarían en el auto.
Me subí a la cama y me estiré para abrir el segundo cajón y sacar, como había anticipado Eve, mi celular.
—Evening. ¿Estás lista? Porque aún hay que... wow, olvídalo. ¿Estás bien?
Me bajé de mi colchón e hice a un lado con el pie la ropa multicolor tirada en el suelo.
—No te pongas de esposo protector ahora. —rogué cansada y le di mi chamarra de piel azul marino para que la sostuviera.
—Evening ¿cómo es posible que encuentres si quiera tus pies entre todo este tiradero?
Me sujeté de su brazo para meterme bien el botín negro, él se acomodó mejor para que no tambaleara.
—Evening, recuerda que ya no...
—Vives sola —terminé anodina—. Ya me sé ese cuento. Pero tranquilo —lo solté y fui al baño para recoger la ropa tirada y meterla al cesto de las prendas sucias para que la empleada la llevara a la lavandería cuando fuera a la casa horas más tarde—, Eve ya se acostumbró. Es más, puedes ir a ver su cuarto, te aseguro que está peor.
Suspiró molesto.
—Me da miedo que cuando las Rowell se la lleven nos demanden por...
—¿Por hacerla menos aburrida? Por Dios, Boregard —me acomodé el cuello de mi camisa azul cielo por encima del suéter gris—, Eve no comía nada que no fuera de color verde, ya no se viste como bibliotecaria de los 70's y ha ganado peso. Además, si hubieras llegado un poco más tarde no encontrarías todo esto. Es más, puedes regresar en veinte minutos y nos saltamos esta conversación sobre la madre ejemplar. —sonreí.
Metí unas botas de tacón al armario y colgué los tres abrigos que había sobre mi cama en ganchos separados.
—Pero tú dijiste a las diez —se miró el reloj de su mano derecha—. Son las diez con cinco.

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Evenings
General FictionUna autora de suspenso y aventura se une con una editora de novelas de misterio para desafiarse a sí mismas y transportar a los lectores a una ajetreada Manhattan, el fascinante mundo del teatro, los excesos, los adinerados colegios y... las más tri...