"Evening Crow"
26 de noviembre del 2016El café ya estaba hirviendo así que lo serví en dos tazas hasta el tope, arriba Jake y Eve seguían dormidos, pero dudaba que Elizabeth lo estuviera porque amaba madrugar como su padre, siempre a las 6 de la mañana haciendo algo nuevo cada día, la segunda taza era para ella.
Me senté en la barra dándole la espalda a la escalera mientras veía como la tormenta de toda la noche había pasado a convertirse en nieve, la hermosa nieve blanca que comenzaba a cubrir las calles y a empañar las ventanas. Sentía el frío traspasar las paredes de la casa y colarse hasta en mis huesos así que rodee la enorme taza verde con mis manos para que el calor me tranquilizara, la acerqué a mis labios y dejé que la amargura del café se resbalara por mi garganta. Sentí el calor colarse por mis venas y el amargo del alcohol que le había puesto expandirse en mi pecho en una combinación celestial.
—Evening Rose Crow —dijo Elizabeth bajando de la escalera despacio, como adorada reina arrivando a su festín—, algún día te matará tanto café. Cuando te saquén sangre saldrá amarga y marrón.
Caminó hacia la cocina, era elegante hasta para dormir, su rostro joven estaba terso e impecable, sin gota de maquillaje y me recordaba a mi adolescencia truncada por los excesos, su palidez no la hacia fantasmal como a mi madre, a Eve y a mí, no era una chica a la que pudieras aplatastar fácilmente, era grande y atlética. Su gabardina de hilo gris le cubría hasta las pantorillas y en la mano traía una carpeta negra con costuras de hilo blanco en todas las orillas.
Le pasé su taza de café sin decir más nada, ella la bebió despacio sin mediar palabra alguna y dejó su rectángulo de piel negro a un lado.
—Esperaba que para estas alturas — tomó otro poco de café haciéndo una mueca, estaba demasiado cargado para ella que odiaba el café casi tanto como a mí—, estarías casada. Aunque también sé que eso probablemente nunca pase.
Le sonreí con fastidio pero ella ni siquiera levantó la vista, la dejó hundida en el líquido negrusco al que a pesar de todo le dio otro trago como si se diera valor.
La carpeta parecía hacer más bulto por lo grueso de la piel que por lo que fuera que trajera ahí dentro. Me pasaban mil cosas de lo que pudiera contener, una órden de aprehensión, aunque lo descarté casi enseguida de pensarlo, para eso no habrían enviado a los chicos, otra demanda, una orden de despido del colegio. Cada idea era más absurda que la anterior pero causaba más miedo.
—Elizabeth —dije pero ella no me miró, en cambio siguió mezclando su café despacio con una cucharita de metal sin apartar la vista de la barra blanca—. Elizabeth, quiero pedirte perdón.
Dejó de agitar de golpe y su vista se clavó en mí. Una línea negra le definía casi perfectamente el contorno de sus iris azules.
—¿Qué? —quitó la taza frente a ella para cruzar los brazos en la barra.
—Perdón por no haber estado ahí todas las veces que me necesitaste. —no pude permitirme mirarla al terminar la frase.
—Oh por Dios —dijo ella riéndose, a veces Elizabeth era hiriente, no la juzgo ni nada, a eso la orillamos su padre y yo con la falta de atención que le brindábamos—. Esto necesita ser grabado.
—Elizabeth, por favor —contesté enojada y apretando la taza tanto que pensé que podía astillarse en mis manos—. No quiero pelear.
Alzó las manos ante ella como si se rindiera. Se mordió el labio y volvió a reírse con el tono irónico de siempre, aunque pude apreciar que también sentía frustación. Apretó sus puños hasta que sus nudillos estuvieron blancos.

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Evenings
Fiksi UmumUna autora de suspenso y aventura se une con una editora de novelas de misterio para desafiarse a sí mismas y transportar a los lectores a una ajetreada Manhattan, el fascinante mundo del teatro, los excesos, los adinerados colegios y... las más tri...