"Evening Rowell"
28 de Agosto del 2016Finalmente vi salir a Boregard por la puerta y me di cuenta que era hora de hacer cara al enemigo sin ayuda, no podía darme esos lujos en momentos como aquel. Sin embargo aquello no me aterró tanto, puesto que me dejaba sola con Evening en momentos de estrés, como ver que las manos de él y las de Crow tardaron en soltarse.
Evening se acercó a la puerta y, con una mano en el pomo y la otra en la madera, la cerró lentamente, a lo mejor también tenía miedo de quedarse conmigo o podía ser otra cosa, tal vez le costaba trabajo dejarlo ir a él. ¡Oh pero qué estaba pensando! Supongo que era una mujer con problemas en demasía y que ese plan representaba un gran obstáculo en su vida: yo. Para mí tampoco era un privilegio hallarme en tan desesperada e improvisada situación. La ley había decidido que daría fin a los bretes que se presentaron sin invitación en mi vida, pero lo que no sabían es que estaban generando uno más grande que duraría mucho más tiempo.
Escuché cómo las puertas del auto de Boregard se cerraron y desaparecieron por la calle sin más ruido que el de las llantas al bajar la banqueta de cemento.
Evening se recargó de espaldas a la entrada, me miraba con odio, yo la miraba con odio, era el inicio de una relación perfecta, o el armagedon. Todavía no era capaz de entender o procesar al 100% lo que había pasado. No quería pertenecer a la familia de Crow. No quería ser su hija. Ni siquiera quería "intentarlo".
Cuando el momento pasó a ser desesperantemente incómodo me di la vuelta para mirar toda la enorme construcción con detenimiento y me animé a romper el silencio, aunque eso desencadenó otra pelea, pero la vida ya me había golpeado demasiado ese mismo día como para no abrir la boca en ese instante.
—Su casa es muy... —me volteé para no mirarla—, extraña.
Escuché como dejaba de recargarse en la puerta, me contestó con frialdad y una mirada furiosa.
—¿Eso a usted qué le importa?
Evening seguía hablándome de usted, como llamaba a todos sus alumnos. Si la situación era monstruosa, con ese pronombre la hacía más difícil. No podíamos seguir dándole bola a eso.
—¡Voy a vivir aquí! —le grité con una enorme exclamación de mis brazos—. Creí que por lo menos eso le había quedado claro.
Quedamos de frente y no sabía exactamente cómo sentirme pues seguía mirándome por todos lados, como si examinara una maqueta antes de calificarla. Saber que esa estúpida me había regalado me enfurecía tanto que, que... Ay, qué tenía ganas de golpearla, cuando no resistí más le di un golpe pequeño en el hombro. Ah qué relajante.
—Wow —dijo mirándose el brazo—, eso sí que me dolió, boba.
Oh por Dios me había dicho boba.
—¿Boba? ¿Me dijo boba? —¿en serio lo había dicho?
—Sí, boba.
—No soy boba. Usted es la... boba.
Ella siguió mirándome con curiosidad. Frustrante no poder gritarle todas las verdades en su cara, como que se veía terriblemente ridícula con esos shorts de adolescente que ni siquiera yo usaría en Hawai.
—La odio —le dije pateando el suelo.
Me volteé, no podía verla más porque su sonrisa burlona e infantil me desesperaba.
—El sentimiento es mutuo, boba.
—Deje de decirme así o... —contesté volviendo a girar y señalándola con el dedo índice.

ESTÁS LEYENDO
Evenings
Ficção GeralUna autora de suspenso y aventura se une con una editora de novelas de misterio para desafiarse a sí mismas y transportar a los lectores a una ajetreada Manhattan, el fascinante mundo del teatro, los excesos, los adinerados colegios y... las más tri...