"Evening Crow"
31 de diciembre del 2016.Si el ruido de Eve entrando a la ducha sin temor a despertarme o los rayos del sol bien claros a través de la ventana dándome directamente en el rostro, no pudieron hacerme abrir los ojos, de ninguna manera debería haberlo hecho el ruido zigzagueante del celular al recibir una llamada a las 9:30 de la mañana, pero de algún modo lo hizo.
Me desperté exaltada y con el corazón agitado cuando me di cuenta que el ruido, que por un momento me pareció ageno a cualquier sonido que hubiera escuchado antes, provenía de mi celular.
El ruido de la regadera abierta persistía como el zumbido del aire acondicionado, me estiré aún recostada para tomar el celular y en cuanto lo hice me quedé helada tras mirar el nombre de Boregard bajo una fotografía de él mientras estaba escribiendo no recuerdo qué. Me senté sobre las sábanas enredadas en mis piernas como un torniquete. Tres timbrazos, uno más, otro, un sexto y cuando estaba a punto de contestar, Eve salió del baño de forma tan escandalosa que pegué un brinco y el celular casi cae de mis manos.
—¿Entonces el plan es escondernos en esta caverna hasta las 10 de la noche?
Dejé el celular rápidamente sobre la mesa de noche que estaba junto a la cama para que Eve no notara nada fuera de lugar, aunque me temo que fui demasiado obvia.
—Volvió a llamar ¿cierto? —preguntó confirmando mis sospechas.
Intenté mantenerme neutral y me tallé el rostro con las manos para no contestar mientras ella dejaba en el suelo la ropa que traía hecha una enorme bola en las manos para después separarla en sucia y reutilizable y doblarla desigualmente.
—¿Volvió? Es la primera vez que escucho el teléfono —respondí soñolienta.
—Sí, bueno... —se estiró para alcanzar la maleta pesada y guardar dentro de ella las dos pilas de ropa con esfuerzo—, a juzgar por tu cara apuesto a que es el primer ruido que escuchas en lo que va de la mañana.
—Sí, puede ser —tomé el teléfono de nuevo para ponerlo en modo vibrador y justo después la llamada volvió a entrar.
—¿Por qué no sólo le contestas? —se acercó a mí con una toalla blanca con bordes deshilachados en las manos—. Sé cuánto lo extrañas y si él está dejando de lado su ego es porque le importas ¿no lo crees?
Me encogí de hombros y dejé el celular boca abajo de nuevo en la mesa. Eve suspiró y se encorvó en la cama antes de comenzar a secarse el cabello.
—¿Por qué tenemos que esperar hasta las 10 para vernos? —Eve volvió a quejarse y me reí antes de contestar.
—No lo sé, pero debemos acatar las excentricidades de los Collins al pie de la letra. Por lo menos esta semana.
—¿Aunque sean tonterías?
—Si te piden que uses un salmón en la cabeza lo vas a usar —le quité la toalla de las manos y sequé su enredado cabello yo misma pues aún no superaba la fase de enajenación con su bonito cabello—. A fin de cuentas, ellos están pagando una fortuna a cambio de una sonrisa nuestra.
—De acuerdo —respondió no muy convencida.
—¿Qué vas a usar para la cena?
No respondió y después dejé la toalla a un lado para sentarme frente a ella haciendo un desastre con las sábanas.
—No me digas que pensabas bajar así.
Se encogió de hombros. Se miró la ropa, estiró la amplia sudadera gris de la marca Nike para verla como si tuviera una mancha de yoghurt en el medio.

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Evenings
Ficción GeneralUna autora de suspenso y aventura se une con una editora de novelas de misterio para desafiarse a sí mismas y transportar a los lectores a una ajetreada Manhattan, el fascinante mundo del teatro, los excesos, los adinerados colegios y... las más tri...