"Evening Crow"
22 de Octubre del 2016.La gente y las revistas de padres e hijos que venden en las plazas comerciales junto a la fila de la caja dicen que tener un hijo te cambia la vida y en cierto sentido supongo que es verdad porque... altera tu hora de dormir y de levantarte, estropea tus hábitos alimenticios y sobre todo, hace más liviano tu sueño, porque siempre tienes que estar al pendiente de que estén bien dormidos y no deambulando por la casa. Bueno, yo tengo tres hijos y puedo decirles que mi rutina no se había movido en nada con los dos primeros, tal vez era porque eran demasiado tranquilos o porque no convivía con ellos, pero con Eve las cosas cambiaron drásticamente.
Boregard había estacionado su auto fuera de la casa hacía tan sólo unos minutos. Eve había bajado a la sala minutos antes y puedo jurar que la muy torpe no alcanzó la caja de galletas, escuché el chirrido agudo del banco contra la losa blanca hasta la habitación.
Últimamente estaba mucho más atenta a cualquier ruido extraño, a todos los movimientos de día o de noche dentro y fuera de la casa, Eve estaba arruinando mi perezosa vida, pero todos los días me repetía una y otra y otra vez, que no era tan malo, a fin de cuentas obtendría una paga, mi libertad y eso no tenía precio alguno.
Estábamos entrando en noviembre pero los días pasaban más lentos que al inicio. Pero lo superaría, de igual forma tenía licor de anís bajo mi cama por si la espera se prolongaba.
—¿La hacemos despertarse? —dijo Boregard en un tono no suficientemente bajo.
El banco volvió a rechinar con agudeza en la cocina y sus risillas mal disimuladas me sacaron un pequeña sonrisa que no pude desvanecer aunque lo intenté.
Me paré de la cama y me metí silenciosamente, más que ellos, al baño de mi habitación para tomar la botella de agua de mi mochila, bebí rápidamente hasta la mitad, la recosté en el suelo para ver que de esa manera el agua restante ya no se salía. Volví a tomarla y escuché las puertas de la casa abrirse, fui hacia la ventana de mi cuarto y me escondí tras la cortina para abrirla ligeramente, casi nada. Pude ver a Boregard entrar a su auto y volver corriendo con unas latas azules en las manos. Se veía tan bobo corriendo en complicidad con mi hi... Con Eve.
Me fui a la cama y me recosté como si nada hubiera pasado, escondí mi mano izquierda con la botella acostada bajo la manta y dejé la otra afuera, conocía a Boregard desde hacía treinta y cinco años, tenía muy en claro qué iba a hacer, la misma broma que le hicimos a mi madre una vez y que me costó la privación de mi libertad por casi un mes cuando tenía cerca de 10 años.
Volví a cerrar los ojos, yo también les tenía una sorpresa.
"Evening Rowell"
Boregard fue al auto, yo lo seguí y lo esperé en el porche, tomó unas latas azules de unas bolsas de papel y corrió con una bobez irremediablemente cómica de vuelta. Regresó a la puerta y cerramos con cuidado para no hacer ruido.
—Ten, municiones —susurró.
Destapé la lata de crema batida que tenía una deliciosa tartaleta de frutas anunciada en la envoltura y que parecía casi irreal de lo perfecta que lucía. La agité con tanta fuerza que tuve que morderme los labios para que mis debiluchas manos pudieran hacer el trabajo. Quité la tapa azul y la lancé al sillón.
—Vamos a subir con mucho cuidado —dijo Boregard mientras se quitaba los zapatos dejando sus pies en calcetas grises.
Me tapé la boca para no reírme demasiado alto.
—Tú rodearás su cama por la izquierda, yo por la derecha —presionó el dispensador blanco de su lata y giró su mano creando perfectos espirales de merengué blanco—. La voy a mover y cuando Evening abra los ojos ¡Bam!
ESTÁS LEYENDO
Evenings
General FictionUna autora de suspenso y aventura se une con una editora de novelas de misterio para desafiarse a sí mismas y transportar a los lectores a una ajetreada Manhattan, el fascinante mundo del teatro, los excesos, los adinerados colegios y... las más tri...