"Evening Crow"
21 de enero del 2017.—¿De dónde sacaste ese maldito dinero, Evening? ¡CONTÉSTAME! Es simplemente imposible —gruñó George tras la línea telefónica, tan colérico que podía imaginármelo escupiendo saliva a cada oración irritada que me gritaba.
George estaba tan furioso que cada vez que hablaba de su gruesa voz se escapan gritos agudos e impotentes, sabía que quería alzar el tono de voz tanto como pudiera para intimidarme, pero aunque lo hiciera no le iba a funcionar porque no tenía nada qué temer.
También podía imaginarme a Elizabeth sentada a su espalda golpeando su folder de cuero contra su cabeza y a Sharon —su madrastra— dar vueltas por su cocina integral haciendo que sus zapatillas de charol recién lustradas golpetearan contra la losa cara mientras Georgia lloraba irritada por los gritos de todos en su casa. Podía jurar también que mi abogado estaba llegando a Rhode Island listo para encarar a los Miller, esta vez desarmados.
—Te pagué ¿cierto? ¡Acaso no era eso lo que querían! —Eve se acercó a mi lado y se sentó uno de los bancos giratorios frente a la barra de la cocina sin dirigirme la mirada hasta que estuvo bien acomodada.
—Elizabeth me está llamando —susurró mostrándome su celular.
Bajé su barra de notificaciones y silencié todas las funciones sin que ella lo soltara. El teléfono de la casa había comenzado a sonar cerca de las 7 de la mañana, una hora antes de que lo hiciera nuestra alarma. Ambas ignoramos los timbrazos con la esperanza de que se callaran, pero fue inútil y una vez que alcé el auricular los gritos no cesaron.
—Es simplemente imposible que obtuvieras ese dinero en tan poco tiempo—George parecía haberse cansado de gritar, su voz sonaba más apagada que 30 segundos atrás.
—¿Acaso piensas que lo obtuve de manera ilegal?
Hubo silencio de ambas partes.
—Imbécil —susurré indignada.
Eve se cruzó la gabardina de hilo blanco para calentarse mientras se acostaba en la barra usando su brazo izquierdo de almohada mientras a su lado la pantalla de su celular volvía a encenderse, aunque esta vez sin sonido alguno.
—Eres un idiota, George, un auténtico barbaján y un hijo de...
—¡Cállate, Elizabeth! —le gritó George a Liz comprobando mi intuición de que estaban en la misma habitación—. ¡Estoy intentando arreglar esto! —su voz no era gruesa como la de William o Boregard, era joven, seductora y delgada al mismo tiempo, aunque en ese momento no fuera como ninguna de las anteriores.
—¿Arreglar qué, George? —arremetí sin bajar el tono de mi voz—. No hay nada más qué discutir. La multa era por 15,000 dólares ¿No? ¡Les pagué 16!
—¡Era tú obligación pagar esos mil demás por el tiempo que te tardaste! —volvió a gritar y me llevé una mano al rostro para intentar calmarme.
Eve extendió su mano por la barra hacia donde estaba yo, en su dedo llevaba el anillo de Elizabeth aún. Me quité la mano del rostro y la entrelacé fuertemente con la suya sobre la barra helada.
—No voy a discutir más contigo, George —respondí con voz átona, la cabeza me dolía casi tanto como la garganta me ardía—. El dinero está en tu cuenta, Elizabeth tiene lo que le corresponde, le pagué la manutención atrasada. Mi cuenta está en ceros con ustedes, estoy limpia, si acaso tu mente pend... —apreté la mano de Eve con fuerza pero me relajé y proseguí con más calma—, si en serio crees que obtuve ese dinero de manera ilegal te invito a que tú y tu abogado revisen mi historial, estoy limpia ¡LIMPIA!

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Evenings
Fiksyen UmumUna autora de suspenso y aventura se une con una editora de novelas de misterio para desafiarse a sí mismas y transportar a los lectores a una ajetreada Manhattan, el fascinante mundo del teatro, los excesos, los adinerados colegios y... las más tri...