PRÓLOGO

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Han pasado ocho años desde el primer brote de infección, no se sabe mucho de lo que ocurrió en ese entonces pero el mundo nunca volvió a ser el mismo.

Siete años del primer avistamiento de un infectado clase Alpha, criaturas que con el paso del tiempo y debido a circunstancias desconocidas mutaron de horribles formas.

Cinco desde la batalla de Campo Estrella, un sangriento conflicto armado entre tres grupos grandes de sobrevivientes.

Cuatro desde el nacimiento de la primera Flor Roja y el posterior descubrimiento de la anticina, un supresor derivado de esta rara flor que si bien no curaba la infección al menos la detenía.

Y un año desde la aparición de los traidores, un grupo desconocido de personas con misteriosas intenciones.

Aunque no importa contra que se enfrente el ser humano, siempre su mayor obstáculo será el mismo.

El ser humano siempre ha deseado todo aquello que no tiene, el hombre siempre ha querido ser un dios pero los dioses nunca mueren.

Si vez en la historia descubrirás que no ha pasado siglo en el que el hombre  haya estado en paz, desde las primeras civilizaciones pasando por los más grandes imperios que este mundo jamás haya visto. Siempre ha encontrado la manera de estar en conflicto consigo mismo.

Les cuento un pequeño secreto, me ha tocado vivir un sin fin de guerras, la esclavitud total de una raza sólo por el color de su piel, como las ideologías de las personas las orillaron a cometer genocidios enteros, el choque de lo que parecían dos mundos completamente diferentes. 

Pero todo eso palidece ante la aparición de estos seres de pesadilla, horribles criaturas con fuego en los ojos que parecen venir del más profundo de los infiernos y les digo una última cosa.

Si el hombre no aprende de sus errores y comienza apoyarse unos a otros no importará quien gobierne el mundo si el mundo esta repleto de muertos.

Así de simple, qué es lo que eligen, respondan, serán mejores que sus predecesores o tropezarán con la misma piedra una y otra vez.

La respuesta es suya.

Leo I

Me despierto nuevamente envuelto entre cartones y periodicos viejos en un sucio callejón, se que esto no es vida, pero podria ser peor, podria no haber comido esta semana, no obstante ya llevo un par de dias sin probar alimento y el hambre me esta matando.

Me levanto y arreglo un poco, aunque no hay mucho que hacer, trayendo unas ropas sucias y desgarbadas, pero siempre he querido estar lo mejor presentable para Nat, luego les cuento de ella.

Al llegar a su casa le habiento unas piedritas a su ventana y grito susurrando su nombre.

─¡Nat... Naaat!

Si, a diferencia de mi ella vive en una casa, aunque por las condiciones seguido hay bajones de luz y se quedan ha oscuras. Su madre me da de comer cuando me ve, pero eso me hace sentir que estoy aprovechando su amistad, por lo cual evito venir aqui con frecuencia, ademas no le caigo muy bien a su padre.

─Pasa Leo ─me dice ella asomandoce por la ventana.

─¿Pero y tu papá?

─No te preocupes, no esta en casa, él y mamá estan en el trabajo.

Cuando entro por la puerta me abraza por sorpresa su hermanita menor de siete años, y yo le revuelvo su largo pelo negro azabache, igual que el de Nat, la cual me mira con tristeza en sus grandes ojos negros ocultos tras sus gafas.

─Yo también te extrañe Mari ─la pequeña niña entre mis brazos voltea a mirarme y pone la misma expresión que su hermana "demonios, parecen clones, solo que una en versión miniatura."

─¿Qué te paso en el ojo? ─pregunta Mari tocando el moreton en mi ojo izquierdo.

─¡Auch, eso duele! ─me quejo poniendo una leve sonrisa, percatandome de la herida.

─¿Te volviste a pelear? ─interroga Nat con algo de enojo en su voz.

─No es que me guste.

─¿Fueron otra vez esos chicos o volviste ir a las peleas callejeras?

─¡Sabes que ocupo ese dinero! ─le conteste alzando un poco la voz─. Y no te preocupes esos chicos no han vuelto a molestarme desde aquella vez.

─¡Siempre te hemos dicho que puedes vivir aqui, no se por que te empeñas en hacerte la vida difícil! ─contesta de igual forma altelada.

─Tal vez tú mamá y tú, pero a tu papá le caigo pésimo.

Le digo y empezamos a pelear, hasta que los dos notamos que Mari esta a punto de llorar y nos detenemos.

─Lo siento Mari, no quise gritarles.

Me diculpo y Nat hace lo mismo, justo en ese momento mi estómago gruñe la pelinegra suelta una leve carcajada la cual hace que me ruborise, a continuación pasamos a la cocina y ella me sirve algo de comer, lo cual agradesco.

─Oye Leo... ─empieza a decir Nat pero la interrumpo.

─No te preocupes Nat, no volvere a ir a esas peleas, lo que pagan es una miseria... he decidido mejor entrar a la policia militar ─le informo no muy seguro por su reacción y Nat abre los ojos con sorpresa

─Cuantas veces te lo he dicho ya, la gente solo entra ahí para morir, además para qué me preocupo, no tienes la edad suficiente.

─En eso te equivocas, he escuchado que de la ultima misión solo regreso la mitad con vida y estan desesperados por personal nuevo, asi que estan aceptando a cualquiera que sea capaz de sostener un arma, creó.

─Ves lo que te digo ─exclama la pelinegra en tono de reprimenda─. ¿Acaso sabes lo que hay alla afuera?

─Deberias hacerle caso a mi hermana ─advierte Mari interrumpiendonos─. Incluso yo se que es peligroso salir.

─¿Y que hay alla afuera?

Monstruos ─dice la niña
susurrando como si el decirlo en voz alta hiciera que aparecían enfrente de uno.

─¿Los has visto? ─le pregunto.

─No.

─Exacto, que vas a saber alguien como tú, si tu naciste protegida en esta isla ─le digo tratando de no sonar maleducado─. Además la decisión ya esta tomada.

El resto de nuestra conversación prosiguio con normalidad he incluso compartimos un par de chistes, tambien jugue un poco con Mari, sin embargo no me quede mucho, no queria encontrarme a su papá.

Despues de tomarme una rapida ducha ya que ovbiamente en la calle no podia, me cambie con algo de ropa nueva, nueva al menos para mi, que Nat me habia dado, cuando estaba por irme me tendio una maleta y dijo que era un regalo de su mamá, la abri y estaba llena de ropa, intente rechazarla pero no pude, despues de darle las grasia me despedí.

Llegue al mismo sucio callejón y me dormi abrazando mi maleta, pensando en que mañana daría un cambio drástico nuevamente mi vida, ya que me inscribiría en la Academia Militar.

***

Me desperte ansioso y me diriji al lugar de la inscripción, la academia era un lugar enorme pero este dia estaba hasta el tope de gente, en su mayoria delincuentes y personas que no tenian nada, como yo.

Era la unica opción para sobrevivir que nos quedaba a muchos, me puse en la fila para tomar ficha y de repente escuche alguien llamarme por mi nombre.

─¡Leo, oye Leo!

Me di la vuelta y lo que vi solo confirmo mis sospechas.

Hola, como estan?, es la primera historia que público, asi que espero que les guste.
Además, ¿quien creen que le habla a Leo y que hará ahy?
Bueno que la disfruten, bye.

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