Infección

Jhosua XIII

─¿Qué fue lo que paso allá arriba? ─interroga Gus con voz preocupada─. De repente escuchamos unos rugidos espantosos y después una serie de disparos.

Nos habíamos reunido con los demás miembros de la misión en un estacionamiento que quedaba varias cuadras lejos del campo de flores.

─No te preocupes Gus ─contesta la peliazul─. Sólo ocurrió que el Comandante y los demás capitanes se encargaron de los sabuesos que nos atacaron a Jhos y a mi la vez pasada.

─Enserio. ¿No me digan que volvieron aparecer?

─Yo diría más bien que el idiota del comandante los atrajo con granadas de sangre ─aún me encontraba un poco molesto por eso─. Pero ni al caso Gus, ahora tenemos que dirigirnos a la base de esos ladrones. 

─¿Sabes que no les gusta que los llamen así, verdad Jhos? ─me pregunta el chico de gorra negra.

─Si se dedican a robar lo que un mejor hombre produce. No se les puede llamar de otra forma Jordi.

─¿Hacia donde queda su base? ─interrumpe Matt de manera repentina.

A el le había tocado conducir un vehículo armado, sospecho que por eso la duda.

─Según lo que expuso el comandante en la última junta ─empieza a explicar Kya sacando un mapa de la zona poniéndolo sobre el capo de un vehículo─. Cambian de base constantemente, pero en los últimos informes dijeron que estaban justo aquí.

Señala un punto marcado en el mapa.

─¿Y eso queda lejos? ─el que pregunta en esta ocasión es Jordi con su típica cara de idiota.

─Varios kilómetros al norte de nuestra posición actual. Cerca de la frontera con Estados Unidos ─continúa explicando la chica de ojos azules─. Si tomamos la ruta directa llegaríamos a mediodía, sin embargo creo que el comandante tomará una desviación para evitar esta gran zona roja del mapa. Por lo tanto probablemente nos tome un día entero.

Me sorprendía la seriedad con la que se estaba tomando esta misión Kya. Generalmente era yo el que se fijaba en todos los detalles, pero justo ahora la chica del pelo azul estaba marcando una línea en el mapa señalando la ruta que tomaría el comandante para llegar a la base de los bandidos, después lo cerró y se lo dio a Matt.

─Toma para que no te pierdas.

─Gracias Kya.

Le contesta el chico del flequillo y en seguida escuchamos gritar órdenes a una mujer de grandes labios rojos, igual que su busto. Se trataba de la capitana que se había quedado a cargo en el estacionamiento mientras todos los demás capitanes fueron con el comandante al campo de flores.

Sí no mal recuerdo se llamaba Pamela. Nos ordenó que subiéramos a nuestros respectivos vehículos y que el convoy no se detendría hasta el atardecer, por lo cual si teníamos ganas de ir al baño sería mejor que lo hiciéramos ahora.

***

El viaje había sido tan largo como nos habían advertido, me empezaba a doler el trasero de estar tanto tiempo sentado en la misma posición cuando por fin nos avisaron que nos detendríamos a pasar la noche en un almacén cercano a la base de los bandidos. Se encontraba frente a un río por lo que no tendríamos que preocuparnos por protegernos la espalda y además el estacionamiento frontal contaba con una cerca metálica.

Según nos habían dicho ya lo habían usado como refugio en otras misiones de gran tamaño.

Al bajar del automóvil lo primero que hice fue estirar las piernas, sin embargo no tuve mucho tiempo porque enseguida los capitanes empezaron a gritar órdenes a diestra y siniestra para prepararlo todo.