Capítulo XLII

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Para la líder de los bandidos la situación le parecía cada vez peor, hace tan sólo unos minutos el comandante Ryu le había informado por radio el encuentro con dos infectados clase alpha y tan sólo poco después le llegó otro informe que el muro sur había sido destruido por tres demoledores, Raeesha había pensado enviar a Dimarco como apoyo para esa zona, no obstante este último ya se le había adelantado avisando por radio que ya se dirigía hacia esa dirección.

─No me gustaría decir te lo dije, pero si o no te lo advertí mi niña ─comenzó a decir con voz cansada la vieja Tata. Se encontraba acariciando el pequeño gato negro de Meera haciendola parecer una especie de bruja de esas que verías en los cuentos infantiles.

─Ven Shoku ─llamó a su mascota la pequeña niña haciendo que este bajará del regazo de la anciana y corriera hacia su ama.

─Deberías saber que no tengo tiempo que perder, ni el personal necesario como para malgastarlo en cosas que no dejan de ser cuentos de adas.

Se quejó la líder sin dejar de mirar los monitores enfrente de ella, donde un grupo de personas seguían paso a paso como se desarrollaba el combate. Por el momento se encontraba en la sala de mando pero cabe decir que más de una vez cruzó por su mente el ir allá afuera y liquidar con sus propias manos a esas criaturas, sin embargo tenía en claro que su gente lo que ahora necesitaban de ella era una líder fuerte y tenaz, alguien que tomara las mejores decisiones en momentos de presión y por ese mismo motivo no podía fallarles.

─De cuando para acá la historia de tu gente se han vuelto meros cuentos de adas ─refuto algo indignada la anciana─. Son tradiciones, historias que pasan de padres a hijos y de hijos a nietos, no me salgas ahora con que son puros cuentos.

─Tata, tu más bien que nadie sabes que respeto nuestra cultura ─le informo la líder a la anciana de forma tranquila, lo menos que quería ahora era iniciar una discusión─. Incluso aprendí nuestra vieja lengua, sin embargo ahora tengo cosas más importantes que ocupan mi atención.

─Patrañas, te acabo de decir que los infectados están siendo atraídos hacia el campamento porque algo aquí esta despidiendo una clase de energía especial, la cual por cierto es repugnante ─dice eso último tapándose la nariz con la manga de su largo atuendo─. Como cuando dejas debajo de tu cama un pedazo de pizza y esta se echa a perder haciendo que toda la habitación apeste ─trata de explicar la anciana─. Si es cierto que tu llevas la sangre de nuestra gente deberías de sentirlo igual, esa extraña sensación de angustia, de preocupación, como si algo estubiera fuera de lugar, o más bien dicho, no debiera estar aquí para empezar...

─Líder, recibimos un informe de su hermano Beernold en el lado oeste ─los imterumpe apresuradamente uno de los sujetos que están monitoreando las pantallas─. Dice que sólo podrán resistir un poco más, pero que si no les enviamos apoyo pronto, su muro también caerá.

─Los mordedores de la primera horda ya debieron haber sido aniquilados ─informa otro hombre señalando en una pantalla muchos puntitos rojos que hacen una especie de gran círculo─. Sin embargo esas cosas no dejan de llegar, parece que atrajimos a todos los mordedores en un radio de dos kilómetros.

─Ves, algo aquí los esta atrayendo ─repite la vieja Tata.

─¿Y qué quieres que haga? ─inquiere de manera sarcástica la joven mujer de piel oscura.

─Los mordedores que lograron entrar por el lado sur cada vez se acercan más al refugio ─les avisa esta vez una mujer.

─Ordena que más hombres vengan a protegerlo de inmediato.

─Entendido.

Junto a la base de operaciones los bandidos habían instalado un refugio provisional para los niños y ancianos, siendo su prioridad protegerlos a ellos ya que estos últimos no podían luchar. Meera se encontraba observando como su hermana mayor y la vieja Tata seguían en una discusión que al parecer no tendría fin. Decidió escabullirse y tratar de encontrar una solución, aprovechando la gran conmosion en la que se encontraba toda la base.

─Vamos Shoku, ayúdame a encontrar esa cosa de la que estaba hablando Tata ─le dijo la pequeña niña a su mascota, que la seguía de serca mientras ambos se alejaban de la base de operaciones y pasaban el refugio. ─No vallas hacer ruido, no queremos que nadie nos descubra ─volvió a hablarle al gato y como si este comprendiera, empezó a caminar con más sigilo, al igual que lo hacia la niña.

Ya que Meera vio que se encontraba lo suficientemente lejos de ese lugar, se escondió tras unos botes apilados y cerró los ojos. Empezó a inhalar y exhalar por la nariz, tratando de calmar su corazón agitado por la emoción de lo que estaba por hacer, sintió como el frío aire de la noche rozaba su piel debido a la poca ropa que traía puesta, su escapada de recién no le dio tiempo de tomar un suéter. Estaba haciendo todo lo que la vieja Tata le había dicho que hiciera cuando quisiera concentrarse en algo pero nada de eso daba resultado.

"Será porque no estoy en una posición cómoda" pensó la niña sentándose con los pies cruzados en el suelo, volvió a repetir todos los pasos y espero varios segundos, entonces fue cuando llegó, junto con el último latido de su corazón, una sensación extraña, no sabía que era y la descripción de la anciana calzaba a la perfección, le llegó el olor de que algo realmente apestaba mal. Se quedó varios segundos más en ese estado sólo girando su cabeza olfateando el aire. Algo dentro de ella le decía que el camino hacia su espalda era peligroso y por fortuna el aroma parecía provenir de su izquierda, en cuando lo detectó se puso en pie y empezó a correr en esa dirección seguida de cerca por su fiel mascota.

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