Leo III

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Esto no podía estar pasando, entrar a la academia era la unica solución para arreglar mi espantosa vida, era bien sabido que la gente que aceptaban aqui, solucionaban todos sus problemas financieros.

─¿Leo, estas bien? ─me pregunta Nat con algo de preocupación en su rostro─. Te ves un poco pálido

─S-si ─miento.

─No pareces estarlo ─expresa Jhos─. Mejor revisamos la lista otra vez y de ahí partimos.

─Esta bien, sólo necesito un poco de aire fresco.

─¿Quieres que te acompañe Leo?

─No, pero gracias Nat.

Contesto y sin decir nada más me dirijo a la salida. Hacía un clima perfecto afuera, estaba soleado pero no hacia demasiado calor.

─¿Por qué la vida no podía ser hermosa como este dia, porqué no podía ingresar a la Academia y ya?

─Porque eres un idiota.

Escucho decir, de inmediato me doy la vuelta y me encuentro con una esbelta chica de corto cabello rubio dorado y unos ojos celeste de un tono penetrante.

─¿Cuánto de lo que dije escuchaste?

─Todo, y parece que tienes un gran problema entre manos ─responde la chica sacando una especie de celular o tablet.

Tener uno de esos aparatos era normal antes, pero ahora, de dónde demonios habra sacado uno que funcione.

─Realmente eres estúpido, como es que le hiciste para sacar doce en el examen escrito ─dice la chica, que extrañamente me luce familiar, mientras revisa su celular─. Cero en el de puntería, ¿a que le apuntabas, el aire? Era normal que te rechazaran ─continúa diciendo sin denotar expresión alguna.

─¿Cómo si tu fueras perfecta?

─No, pero casi ─refuta sin dejar de ver su celular─. Mira ─lo gira hacia mi.

En el se muestran los datos del examen, igual que en la pantalla de la cafetería, solo que aquí se muestran más detallados, como el porcentaje de cada etapa. Tambien veo en el puesto número dos, el rostro de la chica con la que estoy hablando, al lado del nombre Mónica, "conque asi se llama, por eso me resultaba familiar"

─¿Y eso que? Si solo viniste a presumir, mejor me voy.

─Bueno vete, pero entonces no podras ingresar a la academia ─advierte la rubia notando mi reacción.

En seguida esboza una leve sonrisa que podría significar cualquier cosa, la primera expresión que la veo hacer desde que empezamos hablar.

─No creo qué tu puedas ayudarme, además ¿porqué lo harías? Acabamos de conocernos.

─Claro que puedo ─me dice la chica volviendo a su inexpresiva cara de antes─. Siempre he pensado que nunca esta de más que la gente te deba un par de favores.

─¿Entonces lo haces por tu propio bien?

─¿Por quien más iba ser? No creas que por ser buena persona, en este mundo esa clase de gente es la primera en morir. Aquí cada quien se cuida su espalda.

─¿Puedes ayudarme o no?

Me empezaba aburrir de tanta platica cuando lo único que quería era encontrarle una solución a mi problema.

─Ya lo hice ─dijo la chica rubia─. Tube que poner cuarenta y dos en puntería y treinta ocho en el examen escrito, quedaste en los últimos lugares pero ya estas dentro.

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