Kyara VI

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Veo unos cuantos rayos de luz entrecortarse por la ventana cuando finalmente me levanto, por la posición del sol debe pasar del medio día. El rubio ya no se encuentra a mi lado, escucho unos extraños ruidos provenientes del exterior y salgo de la cama con un poco de cautela empuñando a mi bebe. Siempre duermo con ella bajo la almohada me hace sentir más segura, si se lo preguntan, mi bebe es un arma, para ser más exacta una beretta.

Bajo lentamente los escalones escuchando mi respiración con cada paso, me detengo de espaldas en el marco de la puerta que da al estacionamiento y muy despacio empiezo a asomar la cabeza. Los ruidos ya se han detenido, para mi asombro veo la reja abierta de par en par y de inmediato me dirijo hacia ella, salgo al frío aire de la calle y volteó en ambas direcciones, aparte de unos pocos infectados que caminan sin rumbo unas cuantas cuadras más adelante, no logro ver nada más.

Doy la vuelta y me dispongo cerrar la reja cuando de repente siento unos fríos dedos tocar mi hombro, giro con destreza sujetando firmemente esa mano, doy un paso a la izquierda y posiciono mi arma en la sien del propietario de la misma.

─¡Alto, no dispares! ─grita mientras levanta su mano libre en señal de rendición.

─Eres un idiota Jhos. Casi te mato ─suelto su mano y el se la soba, al parecer la tomé con demasiada fuerza.

--Vamos Kya, solo trataba de asustarte.

─Pues no lo hagas cuando recién despierto y menos en un lugar asi ─reprimo al rubio que me ve con una sonrisa─. ¿Además qué hacías afuera tan temprano?

─Terminaba de reparar la reja ─concluye señalandola─. Pero mejor entremos que aquí afuera esta haciendo un frío de los mil demonios.

Al entrar cerramos la reja recién reparada, aunque no me gustó admitirlo, el rubio hizo un buen trabajo. Después de comer lo que preparó Jhos, que por cierto no estaba mejor que la cena del día anterior, nos pusimos a repasar los siguientes pasos de la misión.

─La mejor ruta sigue siendo subir por la azotea del esdifio vecino y de ahí bajar por la tiroleza hasta el Nido. Regresariamos por la misma con la polea motorizada. ¿Oye Kya, me estas escuchando?

Interroga al notar que no le estoy poniendo la más mínima atención.

─Claro que si... solo que ayer mientras dormías dijiste su nombre ─suelto sin encontrarme muy segura de querer hablar sobre ese tema.

─Lo... siento ─responde haciendo una larga pausa mirando al suelo. Esta claro que el tema también lo incómoda.

─¿Sueñas seguido con ella?

─No tanto como antes... Aunque no habíamos salido de la isla desde aquella vez, debió de ser por eso. Ahora si no te importa, me gustaría concentrarme en la misión.

Después de eso no volví hablar de ello, preparamos el equipo necesario y salimos de la casa de seguridad rumbo a nuestro destino. 

***

El Nido era el lugar más seguro en kilómetros a la redonda para conseguir el valioso recurso, se trataba de un pequeño edificó de diez niveles. Contaba con una gran cantidad de cadáveres en su azotea, por lo tanto, con un campo de flores en ella. Hace mucho tiempo que habíamos clausurado la entrada a ese techo, derribando la única escalera que daba al mismo, el único punto de acceso era la tiroleza que habíamos posicionado desde su edificio vecino que era tres pisos mayor.

Esta vez me tocó conducir a mi, llegamos ya bien entrada la tarde y estacione la camioneta un par de cuadras atrás del edificio. Generalmente los campos de flores despedían unas feromonas imperceptibles para los humanos, no obstante volvían locos a los infectados. 

InfecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora