Natalie XI

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─Hey Leo. ¿En que estas pensando? ─le pregunto al castaño que esta a un lado mio─. Todo el día has estado como en las nubes.

─Ah, lo siento. Prometo que te pondré más atención.

Nos encontrábamos en el campo de tiro tal como habíamos planeado para impartirle unas clases extras y así mejorará un poco. Después de todo y no es por presumir yo tenía la mejor puntería de todos los de primer año según había dicho el profesor Evan, nuestro instructor de tiro. Sin embargo mi amigo todo el día había tenido una mirada distraída, incluso cuando traté de darle clases de ciencias podía ver en sus claros ojos marrón que su mente estaba en otro lugar menos conmigo, igual que ahora mismo.

─Esta claro que no piensas hacer eso ─esbozo una leve sonrisa─. No almenos hasta que te saques eso en lo que estas pensando dentro de tu cabezita.

─Enserio Nat, no es nada.

─Vamos Leo. No le has atinado al blanco ninguna vez, después del progreso que habías tenido, es obvio que algo te preocupa.

─No me pasa nada ─deja la pistola sobre la mesa y se aleja un poco para sentarse en unos sillones de la sala continúa, yo lo sigo en silencio─. ¿Podríamos dejar de hablar sobre esto?

─¿De verdad? Siempre nos hemos contado todo entre nosotros, ¿no me digas que piensas ocultarme cosas ahora?

Cuestionó tratando de apelar a nuestra larga amistad, lo cual consigue ayudar un poco.

─Sólo es algo que me dijo Kya ayer.

─¿Cuando Chris y Jess no se quisieron sentar con ellos? ─el castaño asiente con la cabeza─. Que raro que se comportarán así, pero Chris nos dijo que después no lo explicaría.

─Si verdad. Pasando a lo otro, trataré de no pensar mucho en las palabras de Kya.

─¿Y qué te dijo? ─le preguntó con ganas de saber que es lo que lo tiene tan distraído.

El castaño desvía la mirada y lo piensa un poco para al final terminar sonriendo estúpidamente.

─Es un se-cre-to ─hace especial énfasis en la última palabra causando que ría.

Continuamos charlando un poco más y después salimos del edifio rumbo a la cafetería.

─Al parecer tampoco estaba en el campo de tiro.

Toda la mañana nos la habíamos pasado tratando de encontrar a Mónica. Según nos habían dicho unas chicas, siempre la habían visto entrenar un poco después de clases. La cafetería se encontraba media vacia y no tardaron mucho en servirnos nuestros platos, mientras comíamos decidimos que el siguente lugar que visitariamos sería el gimnasio.

***

Al entrar en la gran habitación lo primero que llamó mi atención fue ver a una pelirroja haciendo varias piruetas hacia atrás para después echarse un mortal y caer gracilmente de pie. Un chico rubio trato de imitarla y aunque no lo hizo nada mal sus movimientos no eran tan delicados como los de ella.

─Nat, Leo, ¿pero que hacen aquí? ─inquiere la chica de ojos color esmeralda─. Que sorpresa verlos juntos.

─No empieses Jess ─advierte Chris al notar el tono risueño de la pelirroja.

─Que aburrido ─contesta Jess haciendo un pequeño puchero después se gira hacia nosotros─. Y a ustedes dos. ¿Que los trae por aquí?

─Estamos buscando a Mónica. ¿La conocen? ─pregunta Leo.

─Claro, es la chica de corto cabello rubio ─inquiere Chris mientras se quita unas gotas de sudor de la frente con la camisa y por un momento se ve su marcado abdomen─. La acamos de ver entrar a las duchas. ¿La ocupaban para algo?

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