Capítulo XLVI

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Un chico escuálido se encontraba frente a una serie de monitores observado y transmitiendo a sus jefes como se desarrollaba la situación. En un par de pantallas se veía un mapa satelital que enfocaba la isla Paradise, no obstante lo que ahora llamaba su atención eran los monitores que presentaban como el grupo de los proclamados bandidos se enfrentaban a una gran horda de infectados.

Según le informaron habían resivido ayuda de la susodicha isla, pero el joven sabía que ni aún así lograrían sobrevivir la noche, no con un traidor entre sus filas, una persona que los había apuñalado por la espalda esa misma noche. A pesar que en los monitores no se veían claramente a las personas, puesto las cámaras que utilizaba eran de un satélite viejo que aún permanecía en órbita, el chico sabía que por todo el caos y la cantidad de explosiones que había visto, muchas vidas se estaban perdiendo, y lo que más le pesaba al joven chico era que se trataba de vidas inocentes. Sus ojos comenzaron a humedecerse y de inmediato giro la vista al mismo tiempo que se quitaba sus grandes gafas para tallarse los ojos.

Todo esto le traía malos recuerdos, recuerdos que había jurado enterrar en lo más profundo de su ser, aquel día había jurado ser fuerte y permanecer vivo a cualquier costo, se los debía a ellos, a las personas que dieron su vida para que el estubiera aquí, dio una gran bocanada de aire y se volvió a consentrar en los monitores.

Su contacto había hecho lo acordado, pues podia ver como los O.B.A. de toda esa zona se dirigían al campamento base. Trató de contactar con el comando central para avisarles de la situación pero extrañamente no pudo, lo intento nuevamente y de nuevo le salió error en la pantalla. Su duda iba en aumento hasta que su auricular casi le hizo estallar el oído izquierdo.

─Consideralo una pequeña venganza de mi parte ─escuchó tras una pequeña risa esa voz que lo paralizó─. Te mataría, pero eso estropearia mis planes.

─¿Sa... Sara? ─tartamudeó el chico en un hilo de voz apenas audible─. ¿Como es que estas viva?

─No soy tan estúpida Rore, ¿enserio creiste que no me daría cuenta que la última misión sólo era para deshaserce de mi?, no es por alardear, pero aunque sea muy buena, incluso yo no saldría con vida de una zona roja, si me adentrará sola almenos.

─¿Entonces te diste cuenta? ─apremio Rore mientras tecleaba varias cosas en su ordenador para intentar cuadrar la señal, sea como sea, tenía que ganar tiempo y seguir hablando con Sara─. No es que quisiera mentirte, pero ya sabes como se pone Ian si lo desobedeces, además las cosas por aquí se han puesto un poco intensas desde que...

─Te acabo de decir que no soy estúpida Rore ─en esta ocasión sonó algo molesta, causándo un fuerte escalofrío por toda la columna del chico.

El más bien que nadie sabía de que era capas esa chica y se lo acaba de demostrar porque todas las pantallas frente a el se apagaron de repente. Estaba intentando reiniciar las computadoras cuando sintió el frío tacto de una afilada hoja de metal rosar su cuello.

─Lo siento, ya no podrás divertirte más con tus juguetitos ─menciona de forma irónica la chica─. Ahora si no te importa quisiera tener una agradable platica contigo, pero eso depende de ti, ¿lo comprendes?

El chico trago lentamente saliva y soltó un leve "si" como respuesta.

─De acuerdo, ahora quitaré el cuchillo de tu garganta, pero déjame advertirte que si intentas algo extraño, tu sangre manchará todas las paredes de esta pequeña habitación.

En esta ocasión el chico sólo hizo un leve asentimiento con su cabeza y de inmediato Sara enfundó el cuchillo en su estuche al mismo tiempo que conectaba una pequeña memoria en uno de los servidores.

─Sólo por si decides engañarme a pesar de todas mis advertencias ─explicó la chica con una sonrisa a Rore─. Estoy descargando un programa de vigilancia a tu centro de mando, esto me permitirá ver todo lo que tu veas, déjame informarte también, que si intentas hackearlo se borrará automáticamente todo. Como estas viendo no eres el único bueno en todo esto.

─¿Como fue qué...?

─¿Como fue qué te engañe? ─lo interrumpió Sara, que se paseaba de lado a lado observando los papeles que estaban regados por las mesas─. En realidad fue muy fácil, sólo tuve que atrapar a un recolector e implantarle el chip que me habían puesto, ni loca hubiera entrado en una colmena. Lo único que viste en tu rastreador fue una señal adrentrarce en alguna colmena para no volver a salir, yo misma elegí un recolector que se encontrará lleno, para que no fuera a salir de la colmena en varios días y así mantener mi cuartada.

─¿Pero el chip es un implante subtermico ubicado en lo más alto de la columna vertebral, como le hiciste para quitartelo?

─Sabes Rore, me estoy aburriendo de tantas preguntas.

─En la isla te buscan por traición ─se puso analizar el chico mientras que Sara le daba la espalda terminando de hojear unas carpetas─. Los únicos con la tecnología médica suficiente como para hacer una cirugía así de peligrosa sin dañar tus nervios serían... ¿no me digas que hiciste contacto con la Torre?

Le preguntó sorprendido el chico, sin resivir respuesta alguna, al parecer Sara había encontrado algo que llamaba mucho su atención.

─¿Qué te pidieron a cambio de su ayuda? Sabes que esa gente no da nada sin resivir algo a cambio.

No volvió a recibir respuesta alguna, por lo que veía Sara se encontraba inmersa en esos documentos.

─¿Qué diablos es esto Rore? ─ordenó la chica girandose de prisa con una carpeta beige en la mano─. !¿Qué acaso no me escuchaste, te acabo de preguntar que significa esto?!

Exigió más enojada aún Sara mientras tomaba a Rore del cuello de su camisa y le ponía esa carpeta frente a su rostro.

─No se de que me estas hablando... ─tembloroso contesto Rore hasta que vio lo que decía la carpeta, "Recuperación de la muestra original" junto a la fotografía de una chica de pelo negro.

En ese momento fue que se percató de lo estúpido que había sido Ian al dejar documentos como ese regados por el lugar, no, la culpa no la tenía Ian, después de todo ese el lugar preciso donde se guardaba toda la información más relevante, a la cual ahora Sara tenía acceso.

─Puedo explicarlo ─le comentó Rore asustado pues la chica aún lo sujetaba firmemente de la camisa.

─Eso espero ─espetó Sara lanzando a Rore de nuevo a su asiento─. Pero si es lo que me imagino, esto cambia todos mis planes, sabes que, tu dime todo lo que sabes y ya después veré que hago contigo.

Eso último lo dijo como si el chico fuera una pieza más en una especie de tablero de ajedrez y Sara tuviera que jugar muy bien sus próximos movimientos.

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