Leo XXXVIII

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─Con este humo los espectros verán tan poco como nosotros, me encargaré de ellos antes de que se dicipe, tu trata de descanzar ─no sabría decir si se me dificultaba escuchar a Alex por el estado en el que me encontraba o por los molestos gritos de toda la multitud que exigían ver que era lo que estaba pasando─. Intenta no pensar demasiado, lo único que pueden hacer esas cosas para encontrarnos es tratar de escuchar nuestros pensamientos... y Leo... ─vacila antes de decirlo─. Ambos saldremos de ésta sanos y salvos, sólo confía en mi.

Explicó el pelinegro un poco más tranquilo pero era obvio que estaba fingiendo, lo noté en su mirada. Me dejó tirado en el suelo de la arena entre un charco de sangre que seguía creciendo a medida que los segundos avanzaban, mi vista cada vez era más borrosa y lo último que vi fue la espalda de Alex alejándose entre el humo. 

No escuchaba bien pero según parecía el descontento de la multitud crecía cada ves más, se seguían quejando de no poder ver nada. "!Me estoy muriendo bola de estúpidos, ¿acaso es tan malo no poder ver eso?¡" mierda, Alex dijo que no pensará.

Trate de dejar mi mente en blanco pero es que cada vez los comentarios de la multitud me enfurecian más, podía notar como mi ritmo cardíaco iba en aumento. Entre todo el alboroto pude diferenciar algunas burlas y risas hacia mi persona. ¿Cómo puede ser posible que se estén divirtiendo con esto? ¿Puede que ustedes también sean monstruos disfrazados de personas? Si eso debe ser, no son más que demonios poseyendo cuerpos humanos, si yo fuera ustedes no me reiría por mucho tiempo, acabaré con estos espectros y después los mataré a todos ustedes.

─¡Jajajajaja. Pero qué chico tan más estúpido! ─se burló uno mientras de reia.

─Ha estas alturas ya debe estar muerto.  "Eso quisieras imbécil"

─¡Déjenos ver, para eso fue que pague la puta entrada! ─se repetía una y otra vez en diferentes variantes.

Definitivamente ustedes son demonios. Por lo visto Alex tenía razón, el hombre es malo y cruel por naturaleza, no hace falta pensar en la existencia de una entidad maligna suprema como el Diablo que nos haga actuar de forma malévola, el ser humano es capas por su propia cuenta de cualquier perversidad. Bien, si un baño de sangre es lo que desean eso tendrán, sólo que será a costa de ustedes. Espero que estén tan dispuestos a derramar su propia sangre tan fácil como exigen que los demás derramen la suya para su propia diversión.

"Muévete de una puta vez, esto no puede acabar así, no moriré por algo como ésto." Le exigía a mi cuerpo que hiciera algo sintiendo como los latidos de mi pecho aumentaban cada vez más, de igual manera lo hacia mi respiración y temperatura.

"!No... no permitiré que termine así, levantate... levantate. Hoy no será el puto día de tu muerte Leo Aguilar¡"

Sin previo aviso la sangre en mis venas parecía ser lava ardiendo que quemaba mis entrañas a más no poder. Un fuerte grito de dolor se escapó de mis labios acompañado de varios más causando que todos en la arena se callaran, mientras me retorcia de dolor en un charco de mi propia sangre. Por un momento cada corte y rasguño en mi piel ardió tanto como si le hubieran vertido una botella de acido a la herida aún abierta. Sentía un doloroso hormigueo como si me estuvieran clavando un millón de agujas en todo el cuerpo. De un momento para otro todo se detuvo, el dolor dejó de ser insoportable y aunque el calor en las venas no desapareció si se convirtió en algo tolerable al igual que el hormigueo por todo mi cuerpo. 

No se de donde provinieron las energías pero cuando menos lo esperaba ya estaba de pie con uno de los cuchillos que saque de la sala de armas en cada mano.

La vista que hasta hace poco no había dejado de nublarse y ponerse borrosa regreso a su estado original y debido a que todos en la arena se habían callado o debido a que mi oído había mejorado pude escuchar como la espada de Alex chocaba contra lo que seguramente serían las garras de uno de los espectros. Podía escuchar también como los otros dos corrían justo en mi dirección talvez atraídos por mis gritos de recién.

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