Natalie XXI

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Hace un par de semanas que no sabía nada sobre Leo, y estaba de más decir que eso me preocupaba y mucho para ser sincera.

Al principio que lo conocí, no pude evitar sentir lástima por el, lo vi tan indefenso, sólo en el mundo, sin nadie que lo ayudará, me fui acercando poco a poco a él, al principio parecía un gato arisco, desconfiaba de toda persona que se le acercará, pero por alguna desconocida razón confió en mi, tal vez porqué para empezar no parezco peligrosa en lo absoluto.

Así fue como me convertí en su primera y única amiga por un largo tiempo.

Al conocerlo mejor ese sentimiento de lástima se convirtió en protección, quería cuidarlo de cualquier cosa que pudiera lastimarlo, aunque siempre terminaba siendo de la manera contraria y terminaba siendo rescatada por el.

El tiempo paso y entre ambos surgió una fuerte amistad, sabía todo de él, desde su comida favorita hasta la forma exacta en que desviaba la mirada cuando te estaba mintiendo.

Los años pasaron y ambos crecimos, con el tiempo maduramos y me di cuenta de algo que de pequeña ni siquiera me imaginaria, siempre supe que era alguien muy especial para mi y sabía que lo quería mucho, pero conforme fui creciendo me percaté que ya no lo veía con los mismos ojos.

Un día le platique de eso a mi mamá y ella me dijo con una dulce sonrisa que estaba enamorada, aunque también me advirtió que batallaría mucho con Leo, para empezar porqué era un cabeza hueca y no se percataría de mis sentimientos, a pesar de que todos nuestros amigos ya se habían dado cuenta que yo sentía algo por él, Leo en ocasiones parecía también sentir algo especial por mi y en otras se olvidaba por completo de mi existencia, como si algo más llamará su atención.

No podía culparlo, en especial eso era parte de su encanto, como podía distraerse al ver una mosca pasar como si fuera un niño pequeño.

─Nat... oye Nat, me estas escuchando ─mueve sus manos frente a mi Jess ─no me digas que estas pensando otra vez en Leo.

Me sonrojo un poco porque la pelirroja dio justo en el clavo y mis cachetes toman un color parecido al de su pelo.

─Si tanto te gusta deberías decírselo, ¿o tu que piensas Ángel?

La chica morena de pelo rizado que hasta este momento estaba concentrada acabando su desalluno se giro hacia la pelirroja con la boca llena de comida.

─Creo que tienes... razón ─dice pasándose finalmente la comida─ pero creo que eso debería decidirlo Nat, puede que aún no este lista para decírselo.

Cierto, aún no me sentía preparada para eso, pero había tomado la decisión de afrontarlo.

─Puede que si no te decides de una vez por todas alguien más te lo gane─ declara con una leve sonrisa Jess ─el otro día escuche a varias chicas del grupo B diciendo lo bueno que estaba Leo, incluso les saque platica y ni se imaginan lo que descubrí.

─¿Q-que?─ pregunté no estando muy segura de querer saber la respuesta.

─Lo que paso fue que una de ellas, una tierna y dulce chica me dijo que se le había declarado...

─!Queee¡

No pude evitar reaccionar de esa manera, a Angel incluso se le había atorado la comida en la garganta por lo que tosio un poco.

─Vamos chicas no se preocupen─ continuo la pelirroja con tono burlón, esto parecía que la divertia─ según me dijo, Leo término rechazandola dándole excusas que no tenía tiempo para perderlo en cosas como esas en este momento, así que aún esta disponible.

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