Leo XXXI

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─Parece que ya estas más animado.

Supongo que el pelinegro lo piensa porque saludo alegremente un par de guardias que están patrullando, ambos responden mis animadas palabras sin embargo uno de ellos se me queda viendon raro y para cuando nos hemos alejado lo suficiente le susurra algo al oído de su compañero.

"Lo que me faltaba, que me enparejaran con este imbécil"

Por lo visto el tema de conversación ahora era sobre el par de maricas que se andaban besuqueando en los corredores. 

"No dejes que te afecte, habíamos acordado no pensar en ello así que no lo heches a perder cerebro" 

─Bueno Alex, nuestro trabajo aquí esta casi terminado. Con toda la información que extraimos de la sala de ordenadores es posible acusar a Mateo de lavado de dinero, tráfico de armas y drogas, prostitución, de todo prácticamente.

─Ya le pase todo al instructor Rafael anoche y según el sólo es cuestión de tiempo para que el general Blake intervenga.

─Me gustaría que lo hiciera antes de nuestros enfrentamientos esta noche ─suspiro mientras me encogo de hombros.

─Creo que no es posible ni para el General organizarlo todo tan rápido ─especula el pelinegro con una media sonrisa─. Y aún falta conectar a Mateo con el director Irons.

─!Mierda¡ ─sabía que se me estaba escapando algo─. No es justo que agamos todo el trabajo sucio, ellos también debería esforzarse un poco. Comparado a lo que hemos descubierto conectarlo con Irons no es nada.

─Es lo más importante Leo y creo que tengo una pista, recuerdas la vez que me quede con las prostitutas del casino, al parecer muchos de sus clientes son hombres de Mateo y sueltan la lengua cuando tienen unos tragos de más

─!Bien vete con tus putas¡ ─trato de no sonar molesto─. Si me necesitas estaré en el gimnasio preparándome para esta noche.

─Ok... entonces te veré allá cuando terminé.

Si notó mi estado no dijo nada, yo avance hacia el lugar de entrenamiento y me encontré a Diana golpeando con ferocidad un saco de boxeo.

─Espero no interrumpirte ─me disculpó al hacercarme─ ¿pero por casualidad no has visto a Iggy?

─A diferencia de lo que puedas creer yo no soy su niñera, mucho menos su madre para saber donde esta a cada momento.

─Disculpame entonces, pero eso parecias exactamente ayer cuando los vi juntos ─me dirigió una fugaz mirada asesina─. No me malinterpretes, agradezco que Iggy se haya topado con alguien como tu, después de todo cuando me fui se quedó sólo y en este lugar cada quien cuida de si mismo. No estoy diciendo que no pueda defenderse, de eso no hay duda, aún así sigue siendo un niño ─Diana vuelve a fijar su atención en el saco de boxeo, por la forma en que lo golpeaba diría que se estaba imaginando a una persona─. Espero y no sea yo a quien estas imaginando frente a ti.

─No te preocupes, sólo hay una persona a quien realmente quiero lastimar ─explica mientras conecta un par de ganchos.

─Mateo... Alex me lo contó.

─Puede que también a ese imbécil ─le da unos rodillasos al saco─. Si sabes que el otro día vino y trato de comportarse todo amable y comprensivo conmigo, como si ese imbécil pudiera sentir empatía por alguien más.

Puede que tengas razón pero cada quien actúa por sus propios motivos e intereses, y sin tratar de justificarlo tú no lo conoces muy bien que digamos, a decir verdad ni yo lo conosco, sólo se que le teme a la oscuridad y que vio a sus padres morir frente a sus ojos, puede que eso este relacionado de alguna manera con su fobia sin embargo dudo mucho que me lo cuente si le pregunto.

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