Leo LI

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os hombres que nos habían atrapado nos dirigieron justo hacia la azotea del edificio donde Mateo ya nos estaba esperando mientras se fumaba un par de habanos, en cuanto nos miro salir esbozó una macabra sonrisa que para mi experiencia no significaba nada bueno.

─!Leo, amigo mío¡ ─aludió de forma alegre Mateo al mismo tiempo que pasaba uno de sus brazos por sobre mis hombros─. ¿Sabes que? En estos momentos me encuentro en un gran predicamento, y tal vez tu podrías ayudarme a resolverlo.

Diana lo miraba como si tuviera ganas de estrangularlo ahí mismo y por lo visto no pudo contenerse, puesto que de un momento a otro se lanzó sobre él, liberandose momentaneamente de sus captores. Hizo el intento de darle una patada pues las manos las tenía sujetadas igual que yo y por esa misma razón Mateo la esquivo con suma facilidad derribandola en el proceso. Diana de inmediato se paro dando un rápido salto y arremetió de nueva cuenta contra Mateo, el cual esta vez fue más rudo golpeando en varias ocasiones a la chica para al final enpujarla hacia donde se encontraban sus hombres. Estos se carcajearon de ella mientras la volvían a sujetar.

─Mantengan a la perra tranquila mientras yo converso un poco con mi amigo ─les ordenó Mateo con un ápice de ira, seguramente porque durante la pequeña riña había tirado su habano al suelo, aunque de inmediato volvió a encender otro.

─Me gustaría divertirme una última vez contigo ─le dijo de forma lasciva a Diana el hombre que era su contacto─. Sin embargo al parecer el jefe tienen otros planes para ti linda.

Diana intentó escupirle de nueva cuenta pero antes de que lo hiciera, el hombre le dio un fuerte golpe en la cara causando que de la nariz de la chica empezará a brotar un chorro de sangre.

Esa fue la gota que derramó el vaso, no podía quedarme parado sin hacer nada viendo como golpeaban a Diana, aunque fuera culpa de la impulsiva chica tenía que hacer algo. En cuanto di el primer paso Mateo me sujetó con firmeza del hombro y negó con su cabeza.

─Esta vez no cariño ─le advirtió el hombre a Diana, poniéndole un pedazo de tela en la boca.

─Jaime, deja de jugar ─intervinó Mateo dirigiéndose al tipo, no planeaba detenerme pero al ver como les ordenaba el mismo que dejarán a Diana tranquila decidí reconsiderar mejor mis acciones─. Recuerda que no tenemos toda la noche.

─Ya escuchastes al jefe.

Le terminó diciendo a Diana el tal Jaime llevandosela lejos de mi vista.

─Aunque no quieras creerme, en verdad no me gusta tener que golpear mujeres, pero esa amiga tuya aguanta mejor los golpes que muchos hombres a los que conozco en persona ─expresó con voz neutral Mateo─. Espero y tu también seas lo suficientemente hombrecito para hacerte responsable de todo lo que has hecho, uno les abre las puertas de su hogar a las personas y esto es lo que recibe a cambio, un puñal por la espalda ─cada vez parecía estar más molesto y en el fondo temia que fuera conmigo─. ¡Te di de comer Leo, puse un techo sobre tu puta cabeza y así es como me lo pagas, robandome información a escondidas y dandosela a esos desgraciados hijos de puta de la academia!

Arrojó un papel hacia el suelo frente a mis pies, lo mire un poco y parecía ser una copia de mi C.I.P. de la academia. Ahora si que estaba enojado, aunque de un momento a otro se paro en seco mientras se rascaba su rapada cabeza y tomaba una gran bocana de aire para tranquilizarse.

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⏰ Última actualización: Mar 29, 2018 ⏰

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