Capítulo VIII

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─!De ninguna manera, no podemos dejarlo pasar¡

Expresa una mujer con ligeros rasgos asiáticos de cabellera roja que lleva sujetada en una larga cola de caballo. Su mirada inspira temor y obediencia al resto de las personas que se encuentran en la habitación de reuniones junto con ella. Todos se encuentran sentados alrededor de una amplia mesa rectangular, aunque hay un par de sillas vacías.

─Relájate Akane estamos aquí para decidir que hacer, no para imponer nuestro criterio sobre los demás ─le contesta tranquilamente un señor con grandes músculos. El hombre es un poco mayor que ella, le devolvió una cálida sonrisa enmarcada en una espesa barba sin dejarse intimidar por ella─. Además no me parece tan grave lo que hicieron.

─Hackear el sistema de la academia y poner en listas a un chico que no paso el examen te parece poca cosa ─contesta la mujer de ojos rasgados.

─Aunque no me guste admitirlo, aquí la comandante tiene razón ─señala a la pelirroja un hombre mayor en la sala─. No podemos dejar ésto así como si nada.

Estaba sentado en la parte superior de la mesa, entre la pelirroja y un asiento vacío, por su pocision debería ser importante. Su pelo contaba con innumerables canas al igual que su rostro de arrugas, sin embargo tenía un semblante serio mientras miraba a todos a través de sus anteojos, incluso la mujer asiática le mostraba respeto.

─No estoy diciendo que dejemos esto pasar, sólo que le demos una oportunidad al chico para redimirse. Vamos Evan hechame una mano ─el hombre de la barba buscó ayuda en su amigo.

─Lo siento Rafa, esta vez tengo que darle la razón a la comandante Akane. El chico es pésimo en todo lo que hace.

─No en todo, en mi prueba demostró grandes aptitudes para el combate.

─Ya sabemos que, ¿cómo es que se llama el chico? ─se cuestiona el mismo con un rostro pensativo sin esperar respuesta de alguien más─. ¡Ah si, Leo! Ya sabemos que Leo te agradó, pero debe aceptar las consecuencias de sus actos.

Le recuerda el apuesto profesor que trae unas gafas de sol sobre su castaño pelo. De todos los presentes es el que tiene una actitud más relajada.

─Eso mismo es lo que estaba dicien...

─¿Entonces que es lo que propones? ─interrumpe bruscamente al intrustor Rafael la peliroja mirándolo desafiante.

─Recuerdan el creciente conflicto que se ha desatado por toda la isla debido a las peleas clandestinas, creo que este chico puede ayudarnos ─continúa el tipo musculoso sin ponerle atención a la actitud de la comandante─. Como deben saber al tratarse de un recluta nuevo su rostro aún no se encuentra en el sistema, además en nuestro pequeño enfrentamiento pude notar que su estilo de pelea provenía de ahí, debe ser bien conocido entre ellos. No encontraremos un mejor candidato para esto.

La asiática pareció calcular cada palabra que dijó su compañero y después de meditarlo un momento abrió la boca.

─Si, enviemos a un chico sin ninguna clase de experiencia en una misión de infiltración ─expresa en un tono sarcartisco la mujer.

─Por supuesto que no pensaba enviarlo solo.

─¿A quién tienes en mente Rafael? ─pregunta el sujeto con pelo blanco canoso y grandes anteojos.

Antes de hablar le hace una seña a la pelirroja para que se comporte y ésta lo obedece de mala gana.

─Alguien muy especial General Blake, estoy seguro que no tendrá nada que objetar. Todos los documentos estarán mañana en su oficina a primera hora, espero que acepte mi solicitud.

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