Capítulo 13.

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Capítulo 13

13- «Si alguien quiere hacerte daño también me lo hará a mí, Sirius. Prométeme que nada va a pasarte...»

-De Leah para Sirius, 28 de octubre de 1979.


No sabía qué hacer. Esa marca significaba sin ningún lugar a dudas que Draco Malfoy era ya un mortífago, se confirmaba aquello que tanto habían sospechado por fin... pero, ¿por qué le dolía tanto a Malfoy? ¿Por qué había llegado al punto de gemir de dolor y tener los ojos empapados en lágrimas?

—A... ay- ayu... —susurraba el Slytherin—, ayúdame. Haz que... pare...

Draco no sabía lo que decía, en ocasiones sentía incluso que podría perder la consciencia. Al principio no era tan doloroso recibir la llamada del Lord Tenebroso, pero con el paso del tiempo, tenía la sensación de que el dolor aumentaba al no poder acudir a la llamada. ¿Podría eso ser un mecanismo de tortura ideado por Lord Voldemort para aquellos mortífagos que osaran no responder cuando los convocaba?

Hermione reaccionó ante las palabras de Malfoy y volvió a acercarse de nuevo, sin saber del todo qué estaba haciendo. Nunca antes había tocado demasiado a Malfoy (a excepción del mejor derechazo de la historia de Hogwarts en tercer curso), pero en ese momento no sabía qué debía hacer.

La lógica le pedía que se alejara todo lo posible de él y lo dejara muriéndose de dolor, pero su yo más profundo le exigía que lo ayudara. Hermione giró sobre sí misma, pensando en qué podría utilizar para calmar el dolor de Malfoy. Por suerte estaba en el aula de pociones, el mejor lugar para buscar un remedio para los dolores, pero tardaría un tiempo en conseguir preparar una pequeña poción analgésica o encontrar algún brebaje ya preparad.

—Por favor... —gemía Draco, aún de rodillas y con su brazo derecho rodeando la marca tenebrosa.

Hermione se disponía a revisar los armarios en busca de algún tipo de ayuda cuando se percató de algo confuso, algo que nunca antes había visto: el cabello de Malfoy estaba muy despeinado y caía sobre su rostro al tiempo que gruesos lagrimones surcaban sus mejillas. Un evidente temblor acusaba al muchacho.

—¿Qué hago? —preguntó Hermione casi para sí misma.

—Haz que pare —susurró él.

Hermione pensó que, o bien Malfoy estaba delirando y no sabía con quién hablaba o, le dolía tanto que sí sabía que se estaba dirigiendo a ella. No sabía cuál de las dos opciones la preocupaba más, pero aun así hizo caso a su instinto y se decidió por hacer lo último que habría imaginado en toda su vida: con todo cuidado se acercó a Malfoy y se dejó caer en el suelo junto a él. Antes de que él pudiera hacer ningún movimiento, ella posó las palmas de sus manos sobre las mejillas de Draco y trató de que él la mirara.

—Malfoy, todo está bien. Tranquilo.

Él gimió de nuevo, aún llorando, pero al menos logró respirar, aunque con algo de dificultad.

—Ayu... ayúda...

—Shh. —Hermione lo miró a los ojos un instante en el que también él la observó y sus temblores se detuvieron de pronto—. Ya está, no pasa nada —susurraba con voz dulce.

Notando que el brazo izquierdo del joven aún estaba dolorosamente rígido y, probablemente, aún dolía como un demonio, lo tomó entre sus suaves y cálidas manos y apenas rozó con las yemas la marca tenebrosa. Draco se relajó de golpe, parando sus gemidos.

—Tranquilo... —siguió susurrando ella con dulzura.

Recorrió con sus dedos las líneas negras de la Marca Tenebrosa. Nunca antes había tenido una tan cerca y le parecía increíble que pudiera resultar tan aterradora: la calavera, la serpiente... todo negro y oscuro...

Draco se dejó caer sobre el suelo, recuperando su respiración poco a poco. En ningún momento retiró el antebrazo del regazo de Hermione, que aún acariciaba la marca. No entendía por qué él se había aliviado cuando ella lo había tocado, ¿acaso había sido una casualidad?

La frente de Malfoy estaba perlada de sudor y el muchacho cerraba los ojos intencionadamente, recuperándose del intenso dolor que lo había poseído. No le importó que la muchacha que en esos momentos lo estuviera consolando fuera Hermione Granger ni que esa nacida de muggles acariciara su brazo con una dulzura increíble que él jamás antes había experimentado.

Se dispuso a hablar, sin saber exactamente qué decir, pero tuvo suerte antes de necesitar decirle algo a Granger, pues la puerta se abrió y por ella entraron Minerva McGonagall y Severus Snape.

***

—¿Sabéis cuál es la única fortaleza de Harry Potter?

La voz del Lord tenebroso reverberó en esa cueva oscura en la que todos los mortífagos estaban reunidos. Habían acudido inmediatamente a la llamada de Voldemort y se encontraban en círculo frente a su señor. Máscaras plateadas cubrían sus rostros y se vestían con túnicas largas y negras.

Frente a ellos, Voldemort sí mostraba su rostro de serpiente, con los ojos rojos y su piel pálida. Nagini se movía, trémula, a su alrededor. El enorme reptil se deslizaba, acercándose una y otra vez a los mortífagos, que se controlaban para no retroceder con terror ante la presencia de la horrible mascota del mago tenebroso.

—¿Cuál es esa fortaleza? —preguntó alguien entre las figuras oscuras.

Voldemort entrecerró los ojos antes de contestar, con su voz extremadamente grave y arrastrando las palabras.

—Harry Potter tiene muchos aliados. Tiene gente que lo apoya... tiene amigos. Pero es un niño tonto, si no fuera por todos los que lo rodean... yo habría acabado con él ya. Harry Potter tiene suerte.

Una risa se escuchó entre la multitud, era imposible confundir las carcajadas de Bellatrix Lestrange, que hizo desaparecer su máscara plateada con un solo movimiento de sus dedos y mostró su rostro pálido y ojeroso.

—Muchos magos lo apoyan, magos poderosos... —susurró.

—No sólo magos poderosos —siguió hablando Voldemort—. Hay otros como él, jóvenes que no dudarían en sacrificarse por él. No son nadie, pero todos juntos... lo protegen, lo veneran.

—¿Y qué deberíamos hacer? —dijo alguien desconocido, refugiándose tras su máscara.

Los ojos de Voldemort parecieron aún más rojos cuando se concentró en sus siguientes palabras. Segundos después compuso una sonrisa macabra que todos fueron capaces de ver. Algunos mortífagos se encogieron, otros disfrutaron, anticipándose a lo que sabían que diría su líder.

—Es muy fácil —dijo Voldemort al cabo de unos momentos—. Debemos dejarlo solo. Hay que acabar con aquellos que rodean a Harry Potter.


Gracias por leerme. ¡Pronto tendréis más! Me encanta esta historia y la forma que va tomando. También me alegra mucho que os guste, trataré de actualizar más seguido ¡pero no os impacientéis! Ya sabéis que yo soy escritora y no sólo de fanfics, así que reservo los momentos especiales para escribir Dramione, cuando no estoy muy ocupada y necesito fuerzas. Draco y Hermione siempre me alegran mucho el corazón :)

*Déjame un comentario que me inspire, son gratis y me encantan ;)

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La estrella más oscura. §Dramione§Donde viven las historias. Descúbrelo ahora