Capítulo 52

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Solo puedo deciros, que a partir de ahora... comienza la diversión ;)


Capítulo 52

La universidad de Purdue de Fort Wayne era tan pequeña que ni siquiera Hermione había oído hablar de ella antes. El campus estaba formado por un par de edificios amplios que nada tenían que ver con Hogwarts o el resto de construcciones mágicas a las que Draco estaba acostumbrado.

Cuando se bajaron de ese destartalado autobús, tras recibir una última mirada de desconfianza por parte del conductor, tardaron lo que parecieron horas en encontrar esa bendita oficina que se correspondía con el código postal que Allan les había dado. Era un pequeño edificio marrón con amplias ventanas y no dejaba de entrar y salir gente, muchos de ellos lamentándose por el frío que hacía en la calle.

Hermione estaba sudando de la emoción y su corazón latía a mil por hora, así que lo último que podía sentir era el gélido viento que se enredaba entre sus cabellos.

—¿Qué crees que vamos a encontrarnos aquí adentro? —le preguntó Draco, componiendo su habitual gesto frío.

—No lo sé. ¿En el mejor caso o en el peor caso?

—En el mejor.

Hermione se quedó pensativa un momento.

—A Leah.

—¿Y en el peor de los casos? —preguntó Draco.

—¿A Voldemort?

Draco la miró, alzando las cejas. Se observaron un instante y de pronto él soltó una carcajada.

—Vaya, Granger. No esperaba ese tipo de bromas viniendo de ti.

Ella lo golpeó con el codo, poniendo los ojos en blanco. Después miró su reloj una vez más. Llevaban allí varias horas y a cada segundo que pasaba, tenían menos tiempo para encontrar lo que quiera que estuvieran buscando.

—Vamos —susurró, aunque sus rodillas temblaron.

Draco suspiró y se acercó a ella. La rodeó por la espalda y aspiró una vez más el aroma frutal de su cabello. Trataba de no pensar en la evidente verdad de que, en cualquier momento, iba a perder a Hermione Granger. Y tenerla entre sus brazos, como en ese momento, le hacía sentir vivo. Tanto como nunca se había sentido antes. Se apartó de ella al cabo de unos segundos y ambos se dirigieron al interior de esa oficina, subiendo unas cuantas escaleras.

Se encontraron con que había un par de personas allí esperando para ser atendidas. Draco bufó, sabiendo que llevaban prisa. Hermione pudo ver cómo él se encontraba a punto de tomar su varita y sacarla de su bolsillo. No iba a hacer mucho, tan solo hacerles recordar a esos muggles que, quizás, tenían clase en ese momento, o que se habían olvidado una carpeta importantísima en casa y debían volver a por ella. Hermione posó su mano en el brazo de él y negó con la cabeza cuando adivinó sus intenciones.

—Recuerda lo que dijo Snape. Si alguien nos pilla haciendo magia aquí... No vamos a poder regresar a Hogwarts a tiempo. De hecho... quizás no podamos volver a Hogwarts.

Draco gruñó, apartando su mano de la varita. No era especialmente bueno siguiendo reglas y sentía que el mundo muggle iba a ponerlo a prueba en muchas ocasiones.

Se sentaron en sendas sillas y esperaron, hasta que varios minutos después fue su turno y pudieron acercarse al mostrador. Allí, una señora bajita y regordeta con gafas de pasta tecleaba con rapidez en su ordenador.

—Hola —saludó Hermione.

La mujer la interrumpió en esa misma palabra, sin siquiera dejarla terminar con su saludo.

La estrella más oscura. §Dramione§Donde viven las historias. Descúbrelo ahora