Capítulo 50.

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Capítulo 50

Astoria se apresuró a alcanzar a Ron en mitad de ese pasillo tan transitado de Hogwarts. El pelirrojo caminaba junto a Harry y Hermione y se sorprendió visiblemente cuando la Slytherin rubia se le acercó por detrás, tocando su hombro con timidez. Él se detuvo.

—¿Podemos hablar un momento? —preguntó Astoria.

Ron alzó las cejas y acto seguido se giró hacia sus amigos, que lo observaron con extrañeza. No le había contado a absolutamente nadie acerca de ninguno de los encuentros que había tenido con la Slytherin. No lo veía necesario y, además, prefería mantenerlo en privado. Pero ahora tendría que darles una explicación a sus amigos.

—Sí, de acuerdo —contestó.

Ese enorme corredor estaba lleno de alumnos que corrían de un lado para otro mientras algunos prefectos lanzaban miradas severas a los más jóvenes. Una Hufflepuff de primer año alzaba su varita, provocando que una pequeña flor de papel volara sobre las cabezas de sus compañeros. Con una sonrisa malvada, un joven Slytherin levantó su varita y, susurrando un encantamiento, le prendió fuego a la hermosa paloma. Sus amigos se rieron, aclamándolo.

Astoria, negó con la cabeza.

—Menudo salvaje —comentó.

—Los Slytherin de primero son siempre los peores.

—¿No vas a decirle algo? Eres prefecto, Weasley.

Ron se encogió de hombros. Para ser sincero, lo último que hacía esos días era preocuparse de mantener el orden entre los alumnos de Hogwarts.

—Ya aprenderá. Como todos.

Astoria lo condujo a un pasillo menos transitado, donde por fin se detuvo frente a la puerta del aula de encantamientos. La joven se sentó en el último escalón de las enormes escaleras de piedra que conducían al tercer piso.

—Le escribí una carta a Paul, mi hermano. Ha tardado en responder, pero creo que podremos comunicarnos. Será en la próxima luna nueva.

—¿Qué día? —preguntó Ron.

—Dentro de veintiocho días, a las doce de la noche. En la sala de astronomía.

—¿Cómo se comunicará contigo?

—No lo sé. Pero lo descubriremos. Quiero que estés allí, ¿lo harás?

Esas palabras le resultaban extrañas a Ron. ¿Por qué querría que él presenciara una conversación con ese mortífago?

—¿Por qué?

Astoria suspiró.

—Porque quiero que confíes en mí.

Su piel pálida se ruborizó ligeramente al hablar. Era una chica preciosa, aunque no era en absoluto el tipo de persona en la que Ron se habría fijado jamás. Su cabello rubio platino, siempre perfectamente peinado, el olor a jazmín que desprendía, sus ojos claros y fríos de Slytherin...

—No sé si puedo confiar en ti —confesó Ron.

La joven asintió con la cabeza. Tomando aire un segundo, Astoria se acercó a Ron y lo besó con suavidad, sintiendo cómo cada vello de su cuerpo se erizaba al hacerlo. Cerró los ojos y movió sus labios unos segundos, sintiendo que Ron acariciaba su cabello suavemente. Apenas un instante después, el pelirrojo la apartó de él y se puso en pie.

Abrió la boca, dispuesto a decir algo, pero ese beso le había pillado tan desprevenido que lo único que sentía en ese momento era la que la piel de su nuca se había puesto de gallina. Quiso decirle que no, que eso no estaba bien. Que por qué demonios lo había besado. Pero no fue capaz de ordenar esas palabras en su cerebro; no mientras ella lo miraba así.

La estrella más oscura. §Dramione§Donde viven las historias. Descúbrelo ahora