Capítulo 40.

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Capítulo 40

El día transcurrió muy tenso. Hermione sentía la hostilidad en el ambiente; tanto Ron como Harry estaban enfadados con ella y no había nada que le hiciera sentir ni siquiera un poco mejor al respecto.

Hermione no dejaba de pensar en Draco y eso la aterraba. Se había despertado por la mañana y durante un glorioso segundo nada había sucedido, estaba feliz. Apenas un instante después, la carga de todo lo sucedido: sus amigos sabían que tenía algo con Draco, habían encontrado una pequeña pista que los podría llevar a Leah y, lo más importante: Malfoy y ella se habían besado, se habían besado mucho.

Recordar todo eso, aún tumbada en su colchón, justo al lado de la cama de Ginny, la había dejado sin respiración. Draco besaba bien y olía aún mejor. ¿Quién se lo habría dicho hace apenas unos meses? Pero ahora lo había tenido cerca, el joven mago había rozado su piel y sus labios se habían devorado entre ellos. ¿Cómo podía haber tantísima pasión contenida entre sus dos cuerpos, que aparentemente no podían ser más diferentes? Quizás por eso funcionaban, porque eran distintos por completo. Y porque tenían algo en común: ambos estaban tan rotos por dentro que habían llegado hasta el punto de desear a su peor enemigo.

Era su último día en la Madriguera, al día siguiente regresarían a Hogwarts y Hermione sabía que las cosas se pondrían más complicadas con Malfoy en el colegio. Existían dos opciones: o bien ambos se ignoraban desde el principio y no volvían a interactuar de ningún modo o... todo estallaba de nuevo y su relación pegaba un giro drástico, para bien o para mal.

Hermione se comió una manzana en la cocina de la Madriguera, con la sola compañía de Molly Weasley, que preparaba la cena valiéndose de algunos hechizos que la ayudaban. En un lado del comedor, George se encontraba sentado sobre una silla con la vista perdida en el horizonte y un libro abierto frente a él, como si pudiera disimular y fingir que se encontraba leyendo.

Molly había notado que algo no marchaba bien entre los chicos, pero había preferido no decir nada al respecto. Pensaba que ellos se arreglarían entre ellos, al fin y al cabo se molestaban con frecuencia y esto nunca duraba.

—¿Quieres decirles a Ron, Ginny y Harry que la cena está casi lista? —pidió la mujer con voz tranquila.

—Desde luego —respondió Hermione, escondiendo su nerviosismo tanto como pudo.

También Lupin había llegado a la casa esa tarde y se encontraba leyendo un periódico, sentado en uno de los cómodos sofás del salón. Hermione pasó por su lado, de camino a las escaleras.

—Hermione, ¿podemos hablar un momento? —pidió.

Ella asintió con la cabeza.

—Iré a avisar a lo demás de que la cena está lista y volveré en un minuto.

—Tengo algo que darte.

Algo en su tono de voz le indicó que le gustaría esa sorpresa y Hermione compuso una sonrisa sincera mientras subía las escaleras en dirección a la habitación de Ron, donde sus amigos estaban reunidos sin ella.

Se detuvo frente a la madera unos segundos sin saber qué hacer y finalmente decidió tocar la puerta antes de entrar.

—Hola —saludó, asomando su cabeza al interior de la estancia.

Sus amigos se quedaron callados de golpe y Hermione supo que hablaban de ella. ¿Qué podía hacer? Era evidente que sería el tema recurrente del momento... y tenía suerte de que solo se tratara de ellos y no de todo el colegio. Si el resto de alumnos supieran que se había enrollado con Draco Malfoy, no podría volver a salir de la sala común de Gryffindor nunca más. Merlín, le dio un escalofrío solo con pensarlo; la gente comentando entre clase y clase: «¿Has oído que Hermione Granger y Draco Malfoy se han liado? Una Gryffindor y un Slytherin, ¿en qué demonios están pensando?».

La estrella más oscura. §Dramione§Donde viven las historias. Descúbrelo ahora