Capítulo 51

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Os dejo en multimedia un edit que he hecho. Voy aprendiendo poco a poco, después de 50 años en el fandom jaja. ¿Qué os parece?

Capítulo 51

El joven Paul Greengrass estaba descalzo, por lo que cada una de las ramas y piedras del suelo se le clavaban en la planta de los pies. Su antebrazo aún dolía, después de la llamada del Señor Tenebroso, pero debía reconocer que cada instante que pasaba lejos de la presencia de Lord Voldemort, era un regalo. Sus ojos rojos de serpiente lo aterrorizaban y su voz fría, destilando odio, le helaba la sangre cada vez que lo oía

Paul Greengrass sabía que no llegaría a vivir un nuevo día, y eso era triste. Iba a morir con veintidós años y lo único que había hecho durante su vida adulta era... servir a Lord Voldemort. Ojalá pudiera cambiar todas las cosas que había hecho, las órdenes oscuras que le habían encargado.

Sabía que eso no era posible. El pasado no podía cambiarse, pero, quizás sí lograría hacerlo con el futuro. Paul Greengrass tomó aire, comprendiendo que no le quedaba mucho más tiempo en ese mundo. Y antes de morir tenía que hacer algo: necesitaba hablar con Astoria.

***

Hacía frío en la calle. El viento soplaba y helaba sus mejillas, pero Draco y Hermione siguieron caminando hacia los terrenos de Hogwarts, alejándose del colegio hasta asegurarse de que nadie pudiera verlos. No le habían contado a nadie que iban a marcharse, por lo que tan solo Severus Snape era consciente de que los dos jóvenes pasarían las próximas horas en Estados Unidos.

—¿Qué hora es? —preguntó Draco.

—Las 15:58 —dijo Hermione, nerviosa—. ¿Lo hacemos aquí?

Él asintió con la cabeza y la joven sacó de su bolsito morado esa bolsa de cuero que Snape le había dado con el traslador.

—¿Qué más llevas en el bolso? —preguntó él.

—Un par de cosas que quizás no sean útiles —contestó ella, sacando la zapatilla de la bolsa y mirando su reloj una vez más—. No estoy muy segura de que vayamos a encontrar a Leah, pero de lo que sí estoy convencida es de que, si no andamos con cuidado, nos podemos meter en un gran lío. ¡Diez segundos, Draco!

El Slytherin estiró la mano y tomó la maloliente bota, cerrando los ojos. Apenas unos segundos más tarde, la curiosa sensación de vértigo tan familiar lo sacudió y supo que sus pies ya no estaban apoyados en el suelo. Normalmente, los viajes en traslador tomaban solo unos segundos pero en esa ocasión... tanto Draco como Hermione sintieron que pasaban minutos enteros en ese incómodo limbo que suponía viajar a otro lugar. Quizás porque nunca antes habían realizado un viaje tan largo en traslador: América estaba muy lejos.

Hermione gritó cuando su trasero aterrizó en ese duro suelo, dándose un buen golpe. Draco, un poco más afortunado, consiguió caer de pie, aunque trastabillando. Al instante, el grito de una mujer los sacudió a los dos.

—¿Qué demonios has venido a hacer aquí? ¡Pervertido!

Hermione abrió mucho los ojos, al tiempo que miraba a su alrededor para tratar de familiarizarse con su entorno. Se hallaban en un cuarto de baño inmenso que, al parecer, era solo para damas. De ahí que esa mujer se encontrara increpando a Draco mientras lo señalaba con el dedo y gritaba una sarta de insultos.

—Perdón, perdón —se disculpó Hermione, ante el silencio de Draco, que seguía muy confundido aún. Después le susurró a Draco: —Salgamos de aquí.

Apenas habían dado un par de pasos en dirección a la puerta cuando Hermione reparó en dos niñas que los miraban, boquiabiertas.

—Esos chicos han aparecido de pronto —le decía una de las niñas a su madre, que en esos momentos se pintaba los labios frente a un espejo, sin prestar mucha atención a las dos pequeñas. Ni siquiera apartó la vista de su maquillaje.

La estrella más oscura. §Dramione§Donde viven las historias. Descúbrelo ahora